Publicidad desmemoriada
8 de septiembre de 2010
El origen de todo está en Estados Unidos e Inglaterra. El origen de la publicidad, claro está. El hecho de ser pioneros les ha llevado, entre otras cosas, a ser los más cuidadosos con su propia historia, con la historia de la publicidad. Los primeros libros de la materia o los primeros centros de formación publicitaria provienen de estos dos países. Hoy en día son las principales potencias publicitarias y no solamente en términos creativos; un tren, por cierto, del que no se han bajado en un solo momento. Son países, especialmente Estados Unidos, realmente concienciados con la historia de una de las profesiones más excitantes del planeta, con organismos, museos, archivos o fundaciones repartidos por toda su geografía y creados con el fin de mantener viva la historia de la publicidad, su conocimiento y su respeto.
Al otro lado del océano, el principal referente es el John W. Hartmann Center (puede conocerlo en www.library.duke.edu/specialcollections/hartman/), perteneciente a la Duke University, donde desde 1987 y con el encomiable apoyo de la histórica JWT, entre otras importantes multinacionales publicitarias, se encuentra el mayor fondo documental del mundo en cuanto a la historia de la publicidad. Se trata de un organismo dedicado al archivo publicitario, investigación y, en definitiva, mantenimiento de cualquier tipo de material relacionado de una u otra forma con la industria publicitaria. A él no solo ha participado la mítica JWT, sino la gran mayoría de agencias multinacionales del planeta así como universidades, entidades privadas y particulares, todas ellas contribuyendo, no solo económicamente sino en especie, al mantenimiento y engrosamiento de su fondo documental. Precisamente este segundo tipo de colaboración es el que me parece realmente interesante, ya que todos los anteriormente citados, han ido donando desinteresadamente multitud de materiales que de lo contrario, y en la práctica totalidad de los casos, habrían ido a parar a la basura o a un almacén que, algunos años después, en alguna mudanza o limpieza periódica, tendría el mismo destino. Libros, maquetas, documentos estratégicos, correspondencia (cartas, informes, facturas...), material audiovisual, premios... y un sinfín de materiales que los distintos donantes acumulaban en sus estanterías, archivos o almacenes, y que ahora, gracias a iniciativas como estas, están “a salvo”, siendo constantemente consultados por estudiantes, docentes, profesionales de la publicidad y un sinfín de personas que en algún momento han necesitado “bucear” en la historia de la publicidad. Así mismo, en el John W. Hartman Center se realizan publicaciones, organizan exposiciones y, entre otras muchas funciones, se configura como un excelente interlocutor a la hora de promover nuestra profesión y la actividad publicitaria entre el público en general.
Cabe mencionar que en otros muchos países hay otras iniciativas, quizás de menor envergadura pero sí con la misma vocación conservadora y de respeto hacia la historia de la publicidad. En Francia por ejemplo está el Musée de la publicité, en Paris.