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Redes sociales y Perestroika

Ana Pereira, de Estudio de Comunicación

Si usted está leyendo este artículo le felicito pues eso significa que su empresa no se encuentra entre el 76% de las compañías españolas que limitan el acceso de sus empleados a los medios sociales, por temor, según publicaba hace ya algún tiempo un estudio realizado por una empresa de software de seguridad, a la propagación de virus y otros códigos maliciosos.
No seré yo quien ponga palos en la rueda a las políticas de seguridad que con tanto celo como buen juicio establecen y defienden los directores de tecnologías de la información en sus respectivas corporaciones. Razón no les falta, ya que al parecer las redes sociales se han convertido en una nueva diana para los ciber ataques, pero no deja de haber cierta incongruencia en el hecho de que las compañías quieran lanzarse a la piscina 2.0 pero no permitan a sus empleados usar las herramientas y plataformas que conforman redes y medios sociales.
A día de hoy, no dejar a los empleados que hagan uso de las redes sociales para que no se infecten con algún código malicioso es como no consentir que nuestros hijos vayan al colegio para evitar que se contagien con la gripe. Es posible que esquiven el virus hoy, pero se estarán perdiendo todo un mundo de posibilidades de aprendizaje y la oportunidad de elegir; además, con toda seguridad se infectarán fuera del aula.
Basta con echar un vistazo a Twitter o Facebook para descubrir, como si fuera un zoco, cientos de miles de fórmulas mágicas para “mejorar el blog”, “incrementar el número de seguidores”, “hacer que te lean”, “triunfar en las redes sociales”, “llevar a cabo una estrategia 2.0 acertada”; y un sinfín de recetas que garantizan el éxito en la Comunicación 2.0 para nuestra empresa. Claro que todas esas fórmulas tienen dos cosas en común: son sólo parcialmente ciertas y  están relacionadas con el incremento de la presencia en la red.
Los que nos dedicamos a la comunicación y hemos mordido la manzana 2.0 propagamos a los cuatro vientos la importancia para las compañías de estar presente en las redes sociales, y le decimos a quien nos quiera oír que una empresa que se precie no puede descuidar las herramientas de gestión de su reputación online –evidentemente con diferentes grados dependiendo del tamaño, el sector, el producto, etc.-. Lo malo es que en muchas de esas compañías no se nos escucha simple y llanamente porque una buena parte de ellas no permite a sus empleados el acceso a dichas redes y lo corroboro:
No hace mucho tiempo tuve la oportunidad de realizar una auditoría para conocer la imagen en Internet de una gran compañía, filial de una importante empresa americana. El primer día en el que había programado entrevistas con algunos empleados me presenté a mi cita como una colegiala aplicada con el meticuloso cuestionario que había preparado bajo el brazo. Mi objeto no era otro, que el de descubrir y entender todos los entresijos de la estrategia 2.0 de mi nuevo cliente. Añado también que me picaba la curiosidad por saber como una empresa tan grande y con una matriz internacional gestionaba las redes sociales, que no dejan de ser un tema muy novedoso y además un gran reto para toda corporación.
No obstante, tanto mi curiosidad como mi cuestionario se fueron al traste cuando a la pregunta “¿cuáles son las redes sociales que utilizas como herramienta de trabajo en tu día a día?” mi interlocutor me espetó un amargo: “no uso las redes sociales porque no tengo acceso corporativo a las mismas”. Fin de la entrevista y de paso de todas mis expectativas.
Debí haber acabado ahí mi ronda de entrevistas, pero como buena aragonesa soy testaruda y proseguí con mis preguntas a los siguientes miembros de la plantilla, todos ellos habían sido elegidos al azar para obtener una muestra lo más representativa posible. Las respuestas fueron de mal en peor y obtuve desde confesiones súbitas del estilo “es que en realidad no sé muy bien que son las redes sociales” hasta premoniciones apocalípticas como: “las redes sociales van a acabar con las empresas porque tú publicas una cosa y a los cinco minutos lo tienes en un medio de comunicación”.
Es cierto que el uso de las redes sociales no es inocuo, pero una de las reglas de oro de toda transmisión de mensajes es “no digas nada que no quieras ver publicado” de ahí a no aprovechar las oportunidades que brindan las redes sociales por miedo a su difusión sería como no utilizar el ascensor para evitar la posibilidad de quedarnos bloqueados entre dos plantas. Además no hay que tener miedo a la crítica sino a no saber gestionarla y esa gestión déjennosla por favor a los profesionales de la comunicación.
Ni que decir tiene que la principal recomendación al cliente que me había encargado la auditoría en Internet fue la de proporcionar acceso razonable a los empleados para que pudieran hacer uso corporativo de las redes sociales.
Aquella memorable jornada de entrevistas en aquella compañía que quería saber cual era su imagen en Internet, pero que no dejaba a sus empleados participar en la conformación de la misma por miedo confeso a los virus e inconfeso a las críticas, me dio por pensar que el respeto que profesan las compañías al fenómeno de las redes sociales tiene mucho que ver con el aperturismo que supuso la caída del Muro en 1989 y que la valentía de muchos Directores de comunicación que tratan de superar los obstáculos dentro de sus organizaciones, jugándose así su puesto, si la crítica de un usuario airado no sienta bien en el Consejo de Administración, me recuerda a aquellos jóvenes destruyendo con sus manos aquella inmensa pared de hormigón que dividía en Alemania el este del oeste.
Hoy ni nosotros ni lo países que en su día formaran parte del llamado Pacto de Varsovia nos imaginamos una Europa dividida en dos mitades por un muro y una alambrada; pero, ¿qué hubiera sido de los países al otro lado del Telón de Acero si aquel 9 de noviembre no hubiera sido excepcional? ¿Y cuantas cosas nos habríamos perdido nosotros, sin poder callejear hoy libremente como turistas por Alexander Platz?
Así que señores directores de seguridad de sus respectivas corporaciones, si me están leyendo, desde aquí les pido un poquito de Perestroika y un voto de confianza para sus directores de comunicación, permítanles implementar su estrategia de posicionamiento en redes sociales, déjenles crear perfiles corporativos en Facebook y Twitter y accedan a que sus empleados puedan participar en el desarrollo de dichas redes sociales, aportando riqueza y diversidad desde la madurez y el uso responsable de esas herramientas, así ustedes también habrán aportado su granito de arena para derribar su muro particular 2.0 y lograr que sus compañías tengan el lugar que se merecen en las redes sociales, un lugar que las ayudará como poco a mejorar su reputación online.