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Un regalo de los que llegan al corazón

Sergio Rodríguez, autor de lahistoriadelapublicidad.com
Este es un artículo escrito en caliente, con la emoción como justificación; aquel que se escribe de forma torpe y lenta porque los pensamientos se amontonan, se atropellan. Así es.
Hace un par de horas que me acaban de hacer un regalo de los que llenan, de esos que llegan al corazón y se anclan en él. Joan, hijo del histórico publicitario Jordi Garriga -en estos días hace un año que falleció-, me ha regalado personalmente la tesina de su padre, el original, de 1975, cerca de 160 páginas bajo el título de “La nueva frontera de la información”, con la cual se doctoró por la Universidad de Barcelona. ¡Qué quieren que les diga! A mi estas cosas me emocionan y lo hacen doblemente. Por un lado, por la confianza que ha puesto Joan en mi y en el proyecto que he iniciado para mantener vivo el recuerdo de la trayectoria profesional de su padre. Por el otro, porque este regalo es un ejemplo más de la historia de nuestra publicidad y de uno de sus indiscutibles protagonistas.
Pero este regalo también me ha provocado algo de pena, sí, creo que de pena, de ver cómo los publicitarios –aquí incluyo también a la docencia- hemos perfeccionado de forma más o menos inconsciente la habilidad de no recordar nuestra historia, la de la publicidad, la de una profesión en la que echamos muchísimas más horas que en cualquier otra. Y les aseguro que no es una percepción personal. El olvido unas veces, la dejadez otras tantas, hacen que los años pasen, los anuncios pasen, las personas se olviden. Personas que nutren una lista de profesionales que empieza Prat Gaballí y que siguen apellidos como Ruescas, Arce, Izquierdo, Melendreras, Eléxpuru, Linten, Jordán, Zunzunegui y muchos más a los que lamentablemente se podría unir Garriga. Trayectorias que se deberían mantener vivas, no solo desde las propias agencias y anunciantes, sino también desde las universidades. Entiendo que no es tan solo un obligación educativa, es también un asunto de agradecimiento, porque todos, absolutamente todos los que en este país trabajamos en publicidad, lo hacemos gracias a que apellidos como estos nos allanaron el terreno. Y eso es así.
Y es una lástima que hoy en día los brand review, el CRM, el street marketing, el marketing viral, conseguir nuevos clientes, abrir nuevos mercados, ver con quién nos fusionamos y veinte mil cosas más, no nos dejen pararnos, sosegarnos, tomar un respiro y mirar por unos minutos hacia atrás; hacia lo que hubo antes que nosotros llegáramos; mirar hacia los que se “curraron” nuestra profesión de tal manera que hoy en día podemos decir que trabajamos en publicidad sin despertar la desconfianza, el asombro o comentarios tales como el que le hicieron a los hermanos Fontcuberta cuando montaron Danis en los 50: “Ah, que trabajas en publicidad, ¿y cuando esto acabe, ¿qué?” Por que sí, hubo un tiempo y no hace mucho, en el que el publicitario tenía que justificar su profesión casi a diario. Aquello del pianista del burdel. Ya saben.
Así que Joan, desde aquí te doy las gracias por este regalo, por tu contribución a que la memoria de la historia de la publicidad se perpetúe.