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Una marca para concienciar sobre el desastre de Portmán y hacer ruido en el Senado

La marca Portmán (.Portmán)  se ha presentado con un documental de 32 minutos en memoria de los protagonistas de lo que ocurrió hace 37 años en la localidad como un acontecimiento cuyas imágenes consiguieron dar la vuelta al mundo y supuso un punto de inflexión en la historia medioambiental de España

No es lo más habitual que el Senado Español pare su actividad, un lunes de marzo, para proyectar una pieza documental que no tiene fines políticos. Aún más extraño resulta cuando lo que se presenta es incómodo para quienes lo visionan: senadores, diputados, y representantes de la sociedad civil. Pero es lo que sucede cuando se consigue que una campaña, justa y necesaria, convierta una catástrofe medioambiental olvidada, en una marca consciente y esperanzadora.

Joaquin Martínez, del estudio de diseño F33, y el creativo murciano Jorge Martínez han creado, a partir del re-encuentro de las dos activistas españolas que en 1986 realizaron la acción de protesta de Greenpeace en la Bahía de Portmán (región de Murcia), la marca turística consciente de carácter didáctico vinculada al Plan de Sostenibilidad para regenerar este punto negro del Mediterráneo.

Portmán propone aprender de los errores del pasado, y construir un futuro basado en el respeto al medio ambiente. Portmán es una marca, pero también es una pieza documental de 22 minutos de duración con un proyecto conceptual de diseño a partir de la revisión de un punto: del que supuso el cierre de la empresa más contaminante del Mediterráneo (gracias a la acción de Greenpeace) y el punto y seguido que debe narrar el futuro esperanzador que aún tiene Portmán. “Una marca .Portmán  que propone aprender de los errores del pasado, y construir un futuro basado en el respeto al medio ambiente”, aseguran sus creadores.

Mª Teresa Perez, Zoa Jiménez y Lorette Dorreboom fueron pioneras del activismo femenino medioambiental y participaron en la acción reivindicativa del buque Sirius de Greenpeace el 1 de agosto de 1986 en la Bahía de Portmán (Murcia). La madrugada de ese día de verano intentaron detener los vertidos de la empresa minera Peñarroya taponando y encadenándose a la tubería de desagüe. Desde 1957 a 1990, este enclave sufrió el vertido de 60 millones de toneladas de residuos mineros tóxicos al mar.

Las fotografías de su reivindicación dieron la vuelta al mundo y ayudaron a poner fin al peor desastre ecológico de la historia del Mediterráneo.

Zoa, Teresa y Lorette ya no son esas jóvenes activistas que viajaban con Greenpeace realizando y documentando campañas de denuncia capaces de mostrar al mundo las injusticias medioambientales. Pero su compromiso con el medioambiente sigue intacto. Su re-encuentro con aquel lugar, que les marcó profundamente, es también un re-encontrarse con ellas mismas, con lo que son, y con lo que fueron. Las espectaculares fotografías de su protesta dieron la vuelta al mundo y fueron cruciales para denunciar el desastre medioambiental.

Tras llegar a bordo del buque Siruis y hasta las instalaciones de la mina, los activistas de Greenpeace desplegaron la pancarta reivindicativa. Mª Teresa y Zoa se encadenaron a la valla que protege la tubería de la mina por la que se vierten residuos tóxicos a la Bahía de Portmán.

La empresa minera reacciona a la acción elevando la presión de la tubería de desagüe. Ésta colapsa y genera una explosión de residuos tóxicos que alcanza a las activistas encadenadas poniéndola en peligro.