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¿Alguien juega?

por Nerea Cierco

Últimamente siento que persigo más que verdades, pureza. Quizá sea por eso que ando fijándome mucho en el griego y leyendo por encima de mis posibilidades a Cortázar. En esta línea de pensamiento, hace unas semanas, me preguntaban sobre la creatividad en una charla en Twitch, y durante una hora y media sostuve y me mantuve fiel a la idea de que la creatividad no es nada más y nada menos que una verdad que nace de alguien de adentro y sale hacia afuera. Con todo lo que eso conlleva, claro. Porque para poder sacar una verdad de adentro hacia afuera tal cual se siente, es casi más importante el estado en el que se encuentra ese alguien, que “la cosa en sí” que diría Kant. Los creativos somos algo así como canalizadores de nuestra propia imaginación. Y creo que cuando conseguimos que esa verdad salga sin desviarse, pura y directa, es cuando sucede esa magia que hace que todo el mundo se sume, que nadie quiera que esa verdad buena y bonita se dañe. Porque, esto es un cliché pero por algo lo es: no hay nada más poderoso que una idea.

Ahora, hoy, mientras escribo, siento que no me interesa tanto la verdad que esconde la creatividad, sino que lo que me planteo es la tierra fértil que hace que eso suceda. Y entonces me viene a la cabeza la palabra libertad, la de verdad, no la electoral. ¿Por qué es tan importante la libertad en la creatividad? ¿Por qué es tan importante generar entornos inclusivos, libres de miedo, libres para equivocarse… en los tiempos que corren? 

Me voy al griego y encuentro un término: “poiesis”. Significa creación y es un derivado del “hacer” o “crear.” Platón hablaba de poiesis como “la causa que convierte cualquier cosa de no-ser a ser.” En realidad, se refiere a cualquier proceso creativo. Es una forma de sabiduría, de conocimiento, pero también es una manera de hablar de lo lúdico. Es un juego. Porque el hombre que juega -leo- es un hombre que sabe. Sigo leyendo, pienso y confirmo por dentro, que es verdad, que es que el juego es un acto de sabiduría y revolución. Porque solo quien juega, se sale de los bordes de una realidad para crear otra. Y lo hace estableciendo unos programas distintos, desafiando en cierto modo el status quo, y creando así, a través del juego, una realidad transformadora que nos pone a todos en distinto lugar. Y esto, pienso yo, es a lo que nos dedicamos o a lo que deberíamos aspirar cada vez que abordamos un proyecto, los que nos dedicamos a la creatividad. Imagino también que ese, deber ser el “de no-ser a ser” del que hablaba Platón. 

Conecto a los griegos con Cortázar porque Julio de jugar sabía un rato. Él hablaba del juego como uno de los aspectos más serios de la existencia y sostenía que un proceso creativo y un juego son lo mismo. Y yo no puedo hacer otra cosa más que creerle; lo demostró al pasarse todos los juegos partiendo de uno: la rayuela. 

En el juego, pienso yo, no hay tensiones, nadie juzga, se está solo a lo que se tiene que estar: al juego. Yo no recuerdo a nadie jugar a nada con miedo. Es más, lo pienso dos veces y me parece absurdo jugar a algo con miedo o a medias. ¿Miedo de qué? ¿Por qué? ¿Para qué? Es extraño, ¿no? si te entra el miedo en el minuto uno del juego, ya lo estás echando todo a perder cuando todavía no sabes lo que puede llegar a pasar. En un juego te atreves, te decides, aunque tengas dudas. Hay que jugar. Y es inevitable con todo esto en la cabeza que, de Cortázar, de los griegos, de Platón, me vuelva a la realidad pensando en la falta que nos hace a todos jugar. Porque… ¿Alguien juega?

 


Nerea Cierco es directora creativa en DDB España. Entre otras cosas, le fascina el cruce de caminos que se da en DDB entre la creatividad, la tecnología y la estrategia. Sobre todo, le interesa y mucho, lo humano y lo divino. Colabora en la Miami Ad School y en Conde Nast College y contribuye y empuja en MasMujeresCreativas.