por María Alvarez
No es algo nuevo para ninguno de nosotros que vivimos en un constante cambio y avance en el mundo digital. Han pasado muchos años en los que hemos experimentado cosas nuevas, adopciones y tendencias que nunca imaginamos. Los entornos digitales, especialmente las redes sociales, son un reflejo perfecto de cómo actúa y desea ser vista la sociedad. En cierta manera, son un indicador de la madurez de la misma y el espejo de los comportamientos, necesidades y prioridades de las nuevas generaciones que emergen.
Después de vivir momentos en los que las redes sociales se centraban en “postear” vidas perfectas, despertando envidia sana en los demás, ahora estamos adentrándonos en una tendencia que personalmente creo que nos beneficia. La realidad más pura: mostrarnos tal y como somos, en el lugar en el que nos encontramos, sin tapujos ni filtros. Esto refleja la necesidad de reivindicar ser uno mismo y llevar una vida más auténtica, espontánea y natural. Es fascinante ver el trasfondo de esta nueva red social llamada BeReal.
Incluso la forma en que recomendamos productos en el comercio electrónico está cambiando. Parece que las reseñas de toda la vida están siendo reemplazadas por videos cortos y sencillos en TikTok, donde un usuario comparte de manera cercana y natural su experiencia con un producto.
Todo esto supone, de nuevo, un viraje de algunos grados del barco que movemos en nuestra industria. Las marcas ahora deben generar contenido a una velocidad vertiginosa, lo que hace que procesos que solían ser tediosos y difíciles ahora parezcan imposibles de manejar. Esto lleva a que las marcas se muestren de manera más abierta y menos rígida. Es algo positivo, por supuesto, pero todo esto requiere una nueva metamorfosis de lo que se considera "bueno". Como sabemos, la virtud está en el punto medio. Saber cómo, cuándo y dónde. Pensar de manera estratégica y tener claro el camino, y permitir que la ejecución siga su curso natural, serán nuestra brújula en este nuevo camino.