Los españoles cuestionan la existencia de liderazgo ético en nuestro sistema democrático, según un trabajo de investigación desarrollado durante el último año por la UCM y la consultora española Torres y Carrera. La investigación señala que el liderazgo actual depende más de la oportunidad que de la reputación. La sociedad refleja la inestabilidad de nuestra brújula moral, especialmente en la diferenciación entre bien y mal
Políticos, periodistas y jueces aparecen -junto con los empresarios- como los colectivos con liderazgos éticos más cuestionados por los españoles. Una opinión que cuestiona la estructura tradicional del sistema democrático con sus tres patas oficiales: ejecutivo, legislativo y judicial y la cuarta, extraoficial: la prensa. En el fiel opuesto de la balanza, los colectivos cuyo liderazgo ético es más valorado se encuentran los voluntarios de ONG, la ciudadanía y los profesores.
Son conclusiones que se extraen de la investigación “Liderazgo, reputación y conciencia” llevada a cabo por la UCM (Facultad CC de la Información) y la consultora Torres y Carrera a lo largo de los últimos doce meses. A través de estudios cuantitativos y cualitativos, así como de un detallado análisis de datos, esta investigación social ofrece una mirada actualizada sobre la conciencia social actual y de los liderazgos que emanan de ella.
Liderazgos oportunistas
“Nos hemos encontrado con una visión que vincula esencialmente el concepto de liderazgo con su materialización política, lo que es muy parcial -explica Cristóbal Fernández, vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM.- Observamos un alejamiento objetivo de la sociedad respecto a los ejes del sistema que puede cuestionar incluso por extensión los valores democráticos porque se considera que el liderazgo actual es oportunista y no se preocupa por el bien común”.
Tanto los resultados de las encuestas como de los trabajos cualitativos inciden en la idea de que existe una gran diferencia entre los problemas que de verdad importan a la sociedad respecto a los que dominan la agenda política. En este sentido, los medios son señalados como cómplices necesarios de esta divergencia al hacerse eco casi exclusivamente de la disputa política, de la que tampoco se libra la judicatura. En la percepción que se maneja en este estudio, prevalece la idea de que el sistema trabaja para el sistema y no para la sociedad. La proliferación de desinformación se considera una contribución decisiva derivada del actual contexto digital.
Reputación menguante
“Tradicionalmente, el liderazgo se basa en una buena reputación y nos hemos encontrado con una respuesta sorprendente: a los participantes no les parece que la reputación sea tan relevante -expone Xurxo Torres, CEO de Torres y Carrera- Interpretan la reputación como algo efímero y volátil, muy relacionada con los biorritmos de las redes sociales, algo que puede subir y bajar de forma brusca. Valoran más la oportunidad que la reputación como activo para alzarse con un liderazgo”, concluye.
Este pragmatismo crítico crece en un clima social con graves problemas en los modelos de convivencia. Esta investigación acredita la separación creciente entre la percepción sobre nosotros mismos como individuos (a nivel particular afirmamos diferenciar nítidamente bien y mal) y nuestra percepción de la sociedad de la que formamos parte (a la que señalamos como incapaz de establecer esa diferencia).