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De la bellota al roble: construir identidad 2.0

Tamar Salazar, consultora senior de Estudio de Comunicación

Creo que a estas alturas del partido no resulta nada original afirmar que aquellos -valga para personas- y aquellas -valga para empresas- que no tienen presencia en la red, no existen. Tampoco es muy original, pero no está de más recordarlo, nuestra presencia en redes sociales y medios online no debe ser un acto de fe, porque el bofetón consecuente de dar un salto a la red sin red puede ser importante.
Así que debemos partir del imperativo de que toda empresa e institución que se precie debe incluir la versión 2.0 en la construcción y definición de su identidad corporativa. Eso sí, de la misma forma que se establece una estrategia y unos objetivos que rigen las relaciones de la empresa con empleados, inversores, clientes, medios de comunicación, etc., la Identidad 2.0 debe regirse, asimismo, por una estrategia bien definida, y ambas deben estar alineadas y correctamente integradas para no dar el indeseado y negativo efecto de tener dos caras, cada una con su propia personalidad. Es decir, si en la realidad somos bajitos y más bien rellenitos; en los social media no podemos pretender presentarnos como el David de Miguel Ángel. Seamos coherentes pues el reflejo de ambos espejos (el online y el offline) tiene que responder al mismo sujeto.
Pero la construcción de una Identidad Corporativa 2.0 debe abordarse por fases. Imagínese que pasea tranquilamente por una plaza y de repente un hombre comienza a gritar a los cuatro vientos que es muy listo, que sabe hacer muchas cosas y que, sí, se parece al David de Miguel Ángel. Apuesto que en primer lugar se llevaría un susto, luego una sorpresa y por último sentiría vergüenza ajena. Pues algo parecido ocurre cuando uno (persona) y una (empresa) se lanzan a la ágora digital y se entra dando voces y con la única intención de que todo el que pase nos oiga pues nos encontraremos con rechazo e indiferencia.
La Identidad Corporativa 2.0 debe implantarse por fases. En ese sentido se asemeja a una planta. Para tener un fuerte roble, hay que empezar por la bellota amarga.
Pues bien, continuando con la clase de botánica. Lo primero que tenemos que hacer es encontrar la bellota. En la primera fase se impone mirar y escuchar. Debemos ser capaces de localizar las plazas más concurridas, las tertulias más interesantes y hasta a los vecinos más influyentes. Saber qué se dice, sobre quién y cómo. Conocer los localismos pero, sobre todo, aprender.
En una segunda fase, una vez que encontramos la bellota, debemos encontrar el mejor terreno. Toca analizar y definir. Es necesario procesar, clasificar, definir y descartar todos los inputs recibidos en la primera fase. Ser capaces de establecer un plan estratégico y unos objetivos que nos permitan de forma ordenada saber cuál es la mejor plaza, a qué hora está más concurrida o dónde debo poner mi puesto. También habremos de hacer lo mismo con la tertulia y con los vecinos. Clasificarlo todo, decidir dónde queremos estar, de qué forma y, lo más importante, qué queremos decir.
Una vez planta la semilla, debemos regarla. En la tercera fase impera la construcción de un diálogo bidireccional y sincero. Donde no sólo escuchamos, respondemos y participamos activamente en la tertulia. En esta tercera fase es donde nos la jugamos, pues si nos somos capaces de construir un diálogo que interese a nuestros públicos objetivo no podremos madurar y crecer con una Identidad Corporativa Digital sólida.
La siguiente fase debe ser un compendio de elementos (agua, luz, tierra) que nos ayuden a crecer. En esta cuarta etapa debemos ser capaces de generar contenidos propios de interés, tener una presencia multicanal que responda con rapidez y eficacia a los elementos del entorno, contribuir proactivamente a nuestra comunidad, aportar soluciones, resolver conflictos y ser útiles. No sólo debemos consolidar nuestro ‘Yo Digital’, sino que los demás nos deben ver como algo útil. No somos uno más y no estamos de paso.
Si el roble ha crecido sano y fuerte dará sus frutos. Llegado este punto deberemos ser capaces de dinamizar, ser influyentes, promover y motivar a otros.
Y hasta aquí la clase de botánica. Sólo quedaría un último paso: la medición y valoración de nuestras acciones. Por suerte (o no) todo lo que se vuelca en los Medios Sociales es medible cuantitativamente y cualitativamente. Podemos saber al momento datos sobre nuestro tráfico, nuestro tamaño, hasta qué punto somos influyentes y el grado de dinamización que adquieren nuestras acciones. Esta valoración nos posibilita no sólo identificar puntos fuertes sino también corregir posibles desviaciones y comenzar nuevas iniciativas.
Todo ello nos permitirá construir una Identidad Corporativa Digital sólida, fuerte y capaz de afrontar con éxito momentos más delicados. En resumen, cual roble.