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El siglo XXI no era esto

por Javi Clarke

En dos décadas, llevamos cuatro grandes crisis: la puntocom, la financiera, la climática y la actual. Hemos necesitado varios golpes directos a la mandíbula para entender que el siglo XXI va a ser esto. Y no era lo que estaba en el guión.

Durante miles y miles de años, la vida de las personas estuvo marcada por un rey y una religión que imponían su fuerza, dejando poco margen a la libre voluntad. Pero llegó la Revolución Francesa, luego otras cuantas revoluciones más, y aterrizamos en el siglo XX con el individuo como líder de su propio destino. Sin rey ni dios, por primera vez estaba sólo en la búsqueda del sentido de la vida.

Tras dos guerras mundiales, la sociedad del bienestar nos hizo creer que el sentido de la vida era nuestra felicidad individual. Y como era un concepto intangible difícil de medir, lo tradujo en placer y hedonismo, que a eso sí se le podía poner precio. La felicidad era tener un coche con pintura metalizada, unos vaqueros rotos, unas gafas de sol de aviador o una bebida carbonatada que, más que felicidad, podía causar diabetes. Así de fácil, el sentido de la vida era comprar la felicidad.

De esta manera nació la competición salvaje por comprar el máximo de felicidad posible. Cuanto más mejor. Películas, libros, anuncios, discos; toda la cultura se volcó en representar el triunfo del individualismo.  Sin dios ni rey, nuestro nuevo dios es el dinero, que vinculamos a la felicidad. El nuevo rey somos nosotros, que vinculamos al triunfo. El nuevo modelo, un capitalismo salvaje sin control que no cuida de quienes se quedan sin oportunidades. Tan agresivo que ni siquiera es sostenible, y que ha acabado por devorar el planeta. Todo por ganar.

Y es que aquí se gana por acumulación de bienes, culto al ego, satisfacción de placeres primarios, instantaneidad, huida del dolor, infantilización emocional, ausencia de empatía. Gana el individuo más individualista. Ser un tiburón en los negocios es sinónimo de buen empresario, cuando la confianza a largo plazo no se cultiva con mordiscos.

La competición se nos ha ido de las manos. Llegó internet y lo reventamos con una burbuja financiera. Un señor se inventó en Frankfurt un producto financiero que acumulaba hipotecas basura, y la competición quebró el planeta. Millones de personas sufrimos las consecuencias, excepto los que crearon el problema.  “El mercado se autoregula”, dicen cuando el 1% de la humanidad acumula el 99% de la riqueza. “No queremos a Papá Estado” dicen quienes socializan las pérdidas de la banca o de las autopistas. “Lo privatizado funciona mejor”, dicen quienes confunden eficacia de servicios básicos con rentabilidad económica. Somos los que tenemos más información de la historia y, a la vez, los más desinformados. 

Tenemos que derretir el planeta para darnos cuenta de que hay un problema. Tenemos que vivir en la precariedad para entender que por eso hay quien vive en la abundancia obscena. Tenemos que vivir encerrados en casa para entender que la felicidad no se compra.

No podemos seguir perpetuando el modelo anterior. El nuevo modelo exige la muerte del individualismo y el nacimiento del bien común. El equilibrio. La lógica. La igualdad. El término medio. El liderazgo de la ciencia. La sostenibilidad. La madurez y la autocrítica. El sentido común. Exige que dejemos de encumbrar individuos, empresas y actitudes que no suponen una mejora de la comunidad. Que dejemos de premiar a quien no piensa en el bien de todos. A quien no está comprometido con la sociedad. A quien se salta las normas. A quien no es honesto. A quien no predica con el ejemplo. A quien mira para otro lado. A quien trata a sus empleados como números. A quien ahoga a sus proveedores. A quien abusa de su posición. A quien no paga impuestos por la ingeniería fiscal. A quien perpetúa modelos tóxicos.

El siglo XXI empezará cuando las élites sean esas personas que mejoran la vida de todos. Hemos empezado a entenderlo saliendo a las 20h cada día al balcón. Porque el siglo XXI no era esto. No era lo que estaba en el guión.

 


Javi Clarke (Linkedin) es director creativo y de innovación en House of Brands, agencia española de la que es igualmente cofundador. Especializado en mobile marketing y en publicidad en entornos digitales y rupturistas, Clarke ha trabajado como consultor independiente para marcas de primer nivel como Coca-Cola, además de formar parte de empresas como Lanetro, Viacom, Netsize o MOndia Media Group. Igualmente ha estado al frente de la división de innovación, mobile y new media en IAB Spain y ha ekercido como profesor de estas mismas temáticas en la UNED.