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Marcas responsables

Daniel Campo, director de El Publicista (Columna de El Publicista nº 245)

Es quizá en estos momentos adversos que estamos pasando cuando las marcas más deben de estar del lado del consumidor. No solo ofreciendo sus productos de confianza sino acompañando a sus clientes como si fueran sus mejores amigos. En su contacto las marcas deben expresar emoción, pero sin olvidar la razón. Usar la cabeza para impactar al corazón.  La teoría es fácil,  solo hace falta un mensaje que toque la fibra sensible que cada uno llevamos dentro y conseguir bombear los sentimientos. Pero la práctica es complicada, sobre todo porque el consumidor no es tonto y sabe distinguir claramente cuando las empresas dan una cal y otra de arena. Por eso hace falta que toda la estrategia y comunicación empresarial se orqueste de forma racional y creíble.

Ya sabemos que las marcas son mucho más que el valor de sus productos o servicios, y que precisamente ese añadido se construye poco a poco, primero con buen hacer, y después con buena comunicación. Aquí no hay excusas, lo primero es lo primero. Existen muchos estudios que dan valor a las marcas y cada uno tiene su propio listado de preferencias, destacando calidad, servicio, innovación, imagen, liderazgo, integridad, resultados y otros tantos factores, pero solo hay uno que está por encima todos y es el que consigue unir razón y emoción, satisfaciendo las necesidades humanas y éticas de cada individuo.

Las investigaciones demuestran que es la hora de la responsabilidad social corporativa, de la reputación y en definitiva del dar más de lo que se recibe, no necesariamente sin que se vean truncados los beneficios de las empresas, que para eso están, sino para aportar a los ciudadanos y a la sociedad unos valores sociales que sirvan para tener un mundo mejor. Bien sea protegiendo el medio ambiente, impidiendo el cambio climático, cuidando a los empleados o hablando con el consumidor a través de todos los medios a su alcance.