Perspectivas del consumo: calma tras la tormenta
2 de abril de 2009
En marzo, el Índice de Comportamiento del Consumidor -elaborado sobre datos obtenidos en el ómnibus semanal de Millward Brown-refleja una situación ambigua: bajo unos datos globales estables se perciben cambios relevantes. Se ha pasado a una fase más calmada en la que se objetivan los comportamientos.
Según el análisis de Millward Brown, la valoración de la situación económica del país es muy negativa (un 74,7% la cree mala o muy mala y sólo un 2,5% buena o muy buena), mientras que la de la situación económica de los hogares mejora levemente: el 33,2% la valora buena o muy buena y el 49,9% regular. Se amplía la brecha entre la visión de la situación económica del país y la de los hogares.
El indicador del momento para realizar grandes compras evoluciona positivamente, lo que indica que sectores cada vez más amplios perciben que hay, o va a haber, oportunidades y que los precios van bajando, pero este recorrido aún no se ha completado. Tras los momentos de trepidación (quiebras, amenazas sobre el sistema financiero, dudas sobre sectores enteros, etc.) que produjeron alarma, se ha pasado a una fase más calmada en la que se objetivan los comportamientos.
El alcance de la crisis se delimita
Los consumidores asumen que en estos tiempos no se va a ganar más: sólo un 4,8% cree que sus ingresos pueden aumentar en los próximos seis meses, mientras que un 18,4% cree que pueden bajar; pero un mayoritario 61,4% afirma que se mantendrán. De igual manera, los riesgos para el empleo se concentran en un sector amplio pero delimitado: un 15,4% prevé muchas o bastantes posibilidades de perder su empleo en los próximos seis meses, pero un 75,9% cree que hay pocas o ninguna posibilidad de perderlo. El potencial de expandir aprensiones que tenían estas cifras se va limando a medida que se van decantando los sectores que pueden ser los más afectados.
Para una amplia clase media y alta la crisis se está desdramatizando y se siente relativamente a salvo de sobresaltos, aunque los riesgos todavía gravitan y, en muchos casos, bloquean sus decisiones o las hacen muy conservadoras. A nadie se oculta que esta crisis tiene algo de aleatorio y esa obliga a reducir los riesgos en las decisiones.
Nuevos comportamientos
Los gastos de los hogares han sufrido una metamorfosis. Los destinados a hipotecas y alimentación han descendido, tras una etapa de agobio. Se han contraído los gastos destinados al coche, el vestido y los complementos y las pequeñas aficiones, pero sobre todo han disminuido los relacionados con las salidas fuera del hogar, lo que refleja un cambio en los hábitos de ocio.
Estos meses han servido para que los consumidores extraigan se acostumbren a esta forma de vida más ordenada y descubran que su poder en el mercado deriva de la espera en un momento en el que hay cantidades ingentes de stocks pendientes de comprador (las recientes ofertas de pisos y coches acentúan estos puntos de vista).