Por María Miras.
La clave de toda publicidad exitosa se basa en que sea una publicidad atractiva, diferente y de buena calidad. El solo hecho de captar nuestra atención, es el primer paso para lograr el éxito de nuestra campaña.
Parte de ese atractivo utiliza, de una forma cada vez más frecuente, el humor como base de su estrategia creativa, logrando un mayor impacto en el consumidor final y ayudando a conectar emocionalmente con las marcas, creando una complicidad con el consumidor de una forma más natural y poco forzada. Esa conexión ‘natural’ es la más interesante en cuanto al uso del humor en la publicidad.
Es cierto que el espectador prefiere ver anuncios divertidos que le ayuden a desconectar de la rutina diaria, pero es que además, estos tienen un doble efecto, pues hace que tengan un mayor impacto en el consumidor y sean más y mejor recordados.
Aplicar el humor a la publicidad ofrece mucha más libertad a nuestros creativos, dejando un mayor margen a la imaginación. Esta técnica la solemos utilizar para marcas que quieren renovar la imagen de sus productos.
Pero no siempre es fácil saber aplicar el humor para resaltar las características del producto o servicio. No todo son ventajas. La manera de utilizar el lenguaje humorístico en las campañas debe ser especialmente meticulosa, ya que en ciertas ocasiones puede dañar la sensibilidad del espectador.
Para ello, es importante definir muy bien nuestro público objetivo y adaptar el lenguaje. Todo en su justa medida, pues el exceso de humor puede hacer que el mensaje que se quiere transmitir se pierda o llegue a ser incomprensible por el consumidor.
Una buena campaña de publicidad alcanzará sus objetivos si logra un mayor engagement con el público e incrementa la posibilidad de compra, ya contenga el ‘toque’ de humor o no.