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La Salud después del Covid

Muntsa Dachs, directora de estrategia e innovación de VMLY&R Barcelona


Desde el principio de esta pandemia, me ha sorprendido enormemente que se usara el lenguaje típico de las situaciones de guerra. Porque, si somos estrictos, las pandemias han existido a lo largo de la historia, como los periodos de sequía, u otros cambios del medio ambiente que forman parte de los ciclos de la naturaleza.

Si aceptamos usar la misma terminología que usa en zonas de conflicto bélico, supondría asumir que en esta pandémica hay un objetivo militar. Y esto conlleva a pensar que detrás de todo este proceso, estaría la mano del hombre. 

Sea cual sea el origen de la pandemia, hay algo irrefutable, y es que cada día se han contado el número de fallecidos, hasta el día de ayer, que nos estrenamos en que no hubiera ninguno.

Esta pandemia, nos ha hecho sentir vulnerables. Nos ha puesto cara a cara con el riesgo de perder la vida. Con el dolor de ver partir a alguien conocido. De la familia. Del trabajo. Del barrio. A abuelos y abuelas que se han ido sin recibir el adiós de sus nietos.

Esta situación tan inesperada nos ha hecho replantear las prioridades a muchos de nosotros. Y ahí, es dónde surge la preocupación por la salud, con fuerza y atención.

En este confinamiento, en el que hemos lidiado con el trabajo. El ejercicio, la estabilidad emocional, la soledad, las peleas de los niños, la concentración, el desánimo…el significado de la salud se amplía y se realza.

Siguiendo la definición de la Salud de la OMS; “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad". Coge más sentido que nunca. Porque durante el confinamiento hemos visto cómo la fortaleza física, nuestro equilibrio y capacidad de reaccionar a lo patógenos externos, es importante.  Pero también lo es mantener nuestro equilibrio mental, la capacidad de concentración en el tiempo, el estado de alerta, y nuestra capacidad de mantener la atención sin dispersarnos.

La dimensión social sobre la cual habla la OMS, es la gran perjudicada del contexto Covid.

Y es aquí donde entra en juego el equilibrio no solo mental, sino también el emocional. Nuestras relaciones con los seres queridos que no viven connosotros, se han visto cortadas y menguadas y esto genera una gran inestabilidad emocional, aquella sensación de desapego…y otras emociones.

El bienestar emocional ha sido uno de los retos más complejos. Para empezar muchas personas lo mezclan con el mental, aunque nos hablan de dos mundos distintos. Nuestro bienestar emocional, tiene que ver la estabilidad y estado de ánimo. Cómo oscilamos a lo largo del día, desde un lugar de inquietud hasta uno de caos, un lugar de tristeza y miedo hasta otro de confianza y certeza…y así muchísimas otras sensaciones. Se trata de cómo somos capaces de gestionar nuestras emociones y las reacciones que ellas causan en nuestro comportamiento. Tanto en como nos relacionamos con nosotros mismos, y como lo hacemos con  los de nuestro alrededor. Porque probablemente no podemos cambiar QUÉ nos pasa, pero sí decidir CÓMO lo queremos vivir. 

Pero nuestra salud no es completa si solo nos quedamos en lo mental y emocional. Debemos ir más allá. Quizás uno de lo ámbitos que deberíamos contemplar como fundamental para nuestra salud es el ambiental.  La pureza del aire en el sitio que vivimos, la cantidad de ruido generado por el tráfico u otras cosas. Que genera estrés acústico. Y la posibilidad de tener contacto con la naturaleza.  Somos parte de Gaia, somos parte de este planeta. Si él enferma, nosotros también. Y esta pandemia, nos ha demostrado, que cuando estamos quietos, él se recupera. La salud de nuestro planeta también es nuestra salud. Porque respiramos cada instante el aire que lo envuelve. El mismo aire que contaminamos. Y bebemos el agua de sus fuentes, que no es más que el resultado del agua evaporada de sus mares. Los mismos mares que cubrimos de plástico.

La naturaleza, es una fuente natural de vitalidad, una fuente natural de vitaminas para el alma. Y aquí el ámbito que también podríamos recoger para un estado óptimo de salud, y es el bienestar espiritual. Nuestra dimensión trascendente. El espacio para estar en contacto con nosotros mismos. Algo difícil de aceptar en una sociedad que quiere soluciones y no preguntas, una sociedad que ha puesto en un pedestal lo tangible, medible y demostrable. Y no habla de lo intangible.

Para trabajar en marcas de Alimentación y de salud como es el caso de nuestra agencia, es importantísimos estar pendiente de cómo evoluciona nuestra relación con la Salud. Para poder encontrar los Insights mas relevantes para nuestra comunicación. Para avanzar con la gente y su sentir, y no estar desconectados de sus cambios de prioridades. Al mismo tiempo, obviar que la salud del planeta tiene incidencia en la nuestra, empieza a ser una visión limitada del futuro. Las Marcas deben comprometerse y actuar para tener un efecto positivo en la salud del planeta y en nuestra salud. Es el momento de pasar de la teoría a la acción. 

Como mencionaba al comienzo, duele comparar todo lo que estamos viviendo con situaciones de guerra. Porque esto no es una guerra. La única guerra que debemos vencer es contra nosotros mismos. Aquella donde la naturaleza nos pone a prueba y desafía nuestro bienestar mental, emocional y espiritual. Aquella donde la el planeta nos planta cara, para que luchemos por un mundo más sano.

Empecemos por lo más próximo, lo más fácil, cuidemos nuestra alimentación, hagamos ejercicio, dediquémonos un tiempo a mostros mismos. Respetemos el entorno. Cuidemos los nuestros. Cuidemos las relaciones. Cuidemos nuestro planeta, es nuestra casa. 

La Nueva Salud es implicarnos en nuestra salud activamente. El reto para las marcas, es ayudarnos a todos a disfrutar de una mejor salud, mientras cuidamos de la salud de nuestro planeta. Más allá de las palabras, con hechos. 
 


Muntsa Dachs (Lindedin) cuenta con 25 años de experiencia en el sector y actualmente ocupa el cargo de strategic and innovation director en VMLY&R Barcelona