Advertisement

Una de pecados y jefes

Leo Farache, autor del libro ´Los diez pecados capitales del jefe´

Reunido con un buen amigo y Presidente de una de las principales agencias de publicidad de nuestro país me dice un tópico (me enseñaron que un tópico es la verdad repetida muchas veces): “me encanta este negocio, porque es un negocio de personas. Si has elegido bien a las personas y tienes un buen rumbo para ellas, te queda conseguir que ellas se encuentren a gusto y se coordinen bien. Creo que nosotros lo estamos consiguiendo”.

Me di una vuelta por la agencia y daba la impresión que así era. Además, las cosas les pintan bien.

Quedé para comer con otro buen amigo, este trabaja en una empresa relacionada con las exclusivas publicitarias. “Estamos metidos en un buen problema, no le veo solución. O al menos no la hay mientras mi jefe siga siendo el Director General”. Le aseguro que mi amigo – con el que en su día tuve la oportunidad de trabajar – es un excelente profesional, ahora limitado, cercenado por la maldita gracia de su jefe. No le queda más remedio que esperar, ya superó los cincuenta y es difícil que a su edad encuentre trabajo.

Cualquiera de los lectores de El Publicista habrá sentido la fuerza del viento que proporciona un jefe. Viento a favor con jefes que proporcionan motivación, claridad en el pensamiento, honradez en su forma de actuar, con su liderazgo y carisma. Y el terrible y persistente viento en contra del mal jefe que conduce a la pesadumbre, al aburrimiento, al desasosiego, a la tristeza y a la improductividad.

Utilizando como hilo conductor los cientos de vivencias que uno va acumulando a través de los años, escribí sobre la importancia del jefe como generador de productividad y felicidad o de todo lo contrario. El libro se titula “Los diez pecados capitales del jefe” y lo pueden encontrar en las más importantes librerías físicas y virtuales. “Los diez pecados …” ha sido publicado por Editorial Almuzara (fundada y presidida por el ex ministro Manuel Pimentel)

Muchos conocidos me dijeron que diez pecados les parecen pocos.

Otros muchos me dijeron verse reconocidos o creyeron ver a gente de su entorno en alguno de los sesenta y un relatos de los que consta el libro.

Fui pecador y también espectador de cómo muchos pecaban para sorpresa y, a veces, indignación de quiénes esperaban del jefe un facilitador, alguien que les permitiera sacar lo mejor de sí mismos, y no un vil entorpecedor. Pude presenciar cómo personas brillantes, trabajadoras, dispuestas para dar lo mejor de sí mismas, se convirtieron en enemigos para la empresa, víctimas del peor de los jefes. Aquellos que pudieron huyeron.

Presencié, en cambio, como personas que hacían su trabajo de la misma manera durante más de tres décadas eran capaces de cambiar, de trabajar más y mejor porque alguien les dio motivos para volver a nacer, sentirse bien, con ganas. Y consiguieron que el final de su vida profesional fuera tan ilusionante como fueron los comienzos. Todos, sin excepción, los nuevos y los antiguos se quedaron.

Según la consultora Otto Walters la principal razón por la que una persona quiere dejar su trabajo es el jefe y la principal razón por la que una persona no aceptará una oferta de trabajo del competidor es el jefe.

Si es Vd. el que más manda en su organización y se ha planteado que es mejor hacer las cosas bien que hacerlas mal, creo que es mejor asegurarse de dos cosas:

- Que Vd. cada vez sabe hacer mejor la función de jefe.

- Que quiénes en su empresa tienen que dirigir a otras personas son buenos jefes.

Es probable que tenga personas más felices y productivas en su empresa. ¿No es eso de lo que se trata?