Por Susana Checa
Desde Múnich nos llega una noticia que resuena mucho más allá de los tribunales. El caso GEMA vs. OpenAI no es solo una disputa legal sobre letras de canciones: es una metáfora sobre cómo la creatividad humana y la inteligencia artificial se encuentran -y chocan- en el siglo XXI.
El Tribunal Regional de Múnich ha decidido que ChatGPT violó derechos de autor al haber sido entrenado con letras de canciones y ser capaz de reproducirlas íntegramente. En otras palabras, el modelo recordó demasiado bien. Lo que para la tecnología era una demostración de capacidad, para el derecho se ha convertido en una infracción: la IA no solo “aprendió”, sino que “copió”.
El fallo descarta que las excepciones de minería de textos y datos amparen a los modelos generativos que retienen contenidos protegidos. Esto rompe con uno de los pilares sobre los que se apoyaba el desarrollo de la IA en Europa y nos coloca ante una pregunta incómoda: ¿puede una máquina aprender sin apropiarse? La respuesta europea parece ser un “no” rotundo, o al menos, un “solo si tienes permiso”.
Frente a la flexibilidad del fair use estadounidense -que en casos como Bartz vs. Anthropic ha considerado el entrenamiento un uso transformador-, el enfoque europeo es mucho más estricto. Aquí, la creatividad sigue teniendo dueño, y usarla para enseñar a una máquina exige una autorización. Más allá del terreno jurídico, el fallo abre una conversación esencial para el mundo de la publicidad, la comunicación y las industrias creativas.
Si las herramientas de IA deben licenciar sus fuentes, la materia prima de la creatividad digital cambia. Ya no se trata de acceder libremente al océano de contenidos que hay en la red, sino de construir con materiales legítimos, trazables y éticamente obtenidos.
La reciente sentencia británica en el caso Getty Images vs. Stability AI matiza el panorama.
En el Reino Unido, la High Court sostuvo que el modelo Stable Diffusion no copió literalmente las imágenes de Getty, sino que aprendió sus patrones. Es un detalle sutil, pero crucial: ¿aprender estilos es reproducir? El debate no es solo técnico, es cultural. ¿Hasta qué punto una IA que genera imágenes o textos está reinterpretando, y cuándo está replicando? Para quienes trabajamos con ideas, historias y marcas, esta línea borrosa nos interpela directamente. ¿Es la IA un actor creativo más, con sus propios dilemas éticos y sus propias responsabilidades?
La sentencia de Múnich envía un mensaje claro: el futuro de la creatividad asistida por IA pasará por la legitimidad del origen. Saber de dónde vienen los datos, quién los generó y bajo qué condiciones será tan importante como el resultado final.
En un entorno saturado de contenidos, la trazabilidad se convierte en el nuevo valor. Esta nueva etapa no significa frenar la innovación, sino madurarla. Igual que la publicidad evolucionó del “todo vale” de los primeros años digitales hacia la transparencia y la responsabilidad social, la IA creativa debe encontrar su equilibrio entre inspiración y respeto.
El reto no es evitar la IA, sino entrenarla éticamente. Las agencias, productoras y estudios que adopten este principio estarán mejor preparados para un mercado donde la confianza es la nueva moneda. Los clientes querrán saber no solo qué puede hacer la tecnología, sino qué derechos respeta al hacerlo.
En definitiva, el caso GEMA vs. OpenAI marca un cambio cultural: el paso de una inteligencia artificial exploradora a una inteligencia artificial responsable. Europa no quiere una máquina que imite sin permiso, sino una que aprenda con conciencia jurídica. Y quizás ahí haya una lección para todos los que vivimos de las ideas: la creatividad, incluso en tiempos de algoritmos, sigue siendo un acto profundamente humano.


Susana Checa Prieto es doctora en Derecho por la Universidad Nebrija y cuenta con un Máster en Derecho de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones por la Universidad Pontificia Comillas y un Máster de Edición por la Universidad de Alcalá. Con una amplia trayectoria en el ámbito jurídico y de la propiedad intelectual, ha trabajado como abogada y liderado las áreas de licencias, socios y estrategia en CEDRO. Compagina desde hace años su labor docente en instituciones como la Universidad Antonio de Nebrija, ESIC Business & Marketing School, UNIR y EAE Business School. También es directora del Grado en Derecho y del Máster de Acceso a la Abogacía y la Procura en UNIE Universidad