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¿Por qué preocuparse?

por Chema Cuesta

Las consecuencias de no ganar el siguiente concurso al que se presenta tu agencia, si al cliente le gustará nuestra creatividad en verde o en rojo, si me echarán en el siguiente reajuste de la agencia, si la guerra de Ucrania se extenderá a nuestro país, si podré reservar el hotel que tanto me gusta en Semana Santa antes de que esté ocupado, si tendré algo grave en la revisión médica de la semana que viene, si estoy criando bien a mis hijos… La lista de preocupaciones puede ser infinita. Cada uno tenemos la nuestra y los condicionales (¿y si…?) que nos ponemos a diario son infinitos, los hay para todos los gustos y pueden llegar a colapsar tanto nuestra atención que al final quedemos paralizados. Creemos que, sí o sí, muchos de ellos van a pasar y nos sentimos indefensos, perdidos. Pero tengo buenas noticias: la inmensa mayoría de las cosas que nos preocupan jamás ocurrirán.

Preocuparse es humano. Forma parte de nuestra esencia y estamos programados para ello, para anticiparnos a los peligros y ser capaces de generar un plan B, en caso de que lo que nos da miedo que pase termine ocurriendo. En “Sapiens”, el libro de Yuval Noah Harari, si hay una conclusión importante del libro, es que los humanos se han convertido en la especie dominante que somos hoy gracias a nuestra capacidad para crear mitos y contar historias. Al crear mitos y contar historias, podemos establecer conexiones con personas fuera de nuestro grupo central porque compartimos un interés o conocimiento en algo, y así se puede establecer confianza. Y creo que hoy muchos compartimos una historia común inspirada en un estado de constante preocupación. Ese es el storytelling que muchos vivimos.

Pero la estadística arroja un dato para huir del estado de “ponerse siempre en lo peor”. Un estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) refleja que, de media, el 91% de las preocupaciones de las personas no se hacen realidad. Con estos datos, apenas nos queda un 9% de preocupaciones legítimas a las que debemos prestar atención. ¿Te resulta más liberador ahora?

El psiquiatra norteamericano William Samuel Sadler describió la preocupación como una "incapacidad para relajar la atención" sobre algo que nos produce miedo. No todas las personas se preocupan por lo mismo ni en la misma medida, pero a todos nos inquieta algo. Y la preocupación no es buena ni mala por sí misma. De hecho, es una capacidad que nos ha permitido llegar hasta aquí. "Sin el estrés, la alerta o la preocupación ante una amenaza no hubiéramos sobrevivido. Es algo que tienen todos los animales y, claro, nosotros también", dice Guillermo Fouces, doctor en psicología y coordinador de Psicología Sin Fronteras. Pero se convierte en negativo cuando va más allá, cuando magnificamos problemas que no lo son y hacemos un mar de una simple gota de agua. "También cuando creamos una amenaza inventándola mentalmente".

Así es, por ejemplo, como puede arrancar un trastorno obsesivo compulsivo: una persona puede pasar de simplemente prestar atención a su salud y lavarse las manos antes de comer a acabar haciéndolo 500 veces al día. Preocuparse mucho por demasiadas cosas nos hace estar alerta todo el tiempo, y eso puede derivar en problemas como el trastorno de ansiedad generalizada. No preocuparse por nada, en cambio, acaba en depresión. Además, no todo está en nuestras manos. "La clave es responder ante cada preocupación con la medida justa", subraya Francisca Expósito, catedrática y decana de la facultad de Psicología de la Universidad de Granada. Es la diferencia entre tener algo presente que pueda pasar a estar todo el día con el “run run” en la cabeza y que nos acabe pasando factura. La paradoja es que, en el mundo más seguro que jamás ha existido, sintamos inseguridades permanentes.  

Por tratar de ofrecer un mensaje de optimismo dentro de nuestro sector, me gustaría destacar los datos recogidos en el último Barómetro Trend Score, impulsado por la Asociación Española de Anunciantes (AEA) y Scopen, donde se pone de relieve que 9 de cada 10 profesionales, entre los directores de marketing, medios y publicidad de nuestro mercado, trasladan una evolución positiva de sus inversiones, que se mantienen o crecen de forma importante en este primer semestre del año.

 

“Hay que ser responsables, pero también vivir la vida con ciertos deslices para aprender también a relativizar. También ayuda no pasarse el día con conversaciones de pasillo con compañeros de trabajo hablando todo el rato de las mismas cosas que les preocupan”.

 

Así, la variación promedio es de crecimiento positivo, con un índice al alza de 2.1 puntos en marketing y de 2.3 en publicidad. Es el mejor dato para la inversión en marketing de las 25 oleadas del barómetro Trend Score y el segundo mejor para publicidad. En este sentido, el momento actual de mercado podría asemejarse al de 2010 cuando se reactivó la economía y las inversiones. Es cierto que tendremos que ver el impacto de la guerra de Ucrania en este estudio que se realizó antes del conflicto. Siempre pasará algo porque vivimos en un mundo en constante cambio. Si fuera al revés y todo fuera previsible e inmutable yo, al menos, me mosquearía y empezaría a pensar que soy parte de un experimento social. ¿Tú no?

Ante esta realidad que vivimos creo que habría que balancear más entre el concepto de ocuparse y preocuparse. “Preocuparse” excesivamente por cosas que tienen solución destruye la felicidad y cualquier oportunidad de éxito. Por el contrario, “ocuparse” significa relativizar, racionalizar lo que se piensa y cerrar preocupaciones. Desgranar lo importante de lo que no, lo urgente de lo que no. Eliminar peso de nuestra mochila. Porque, al no tener cosas pendientes y poder pasar página, se afronta la vida de una mejor manera.

¿Pero cómo se consigue? Según varios expertos en psicología hay varias fórmulas válidas, desde escribir las preocupaciones un día y leerlas al día siguiente (para ver que no eran tan importantes) a sentarse una hora concreta del día a pensar en todas ellas. Otra opción es afrontar los miedos desde la experiencia. Hay que ser responsables, pero también vivir la vida con ciertos deslices para aprender también a relativizar. También ayuda no pasarse el día con conversaciones de pasillo con compañeros de trabajo hablando todo el rato de las mismas cosas que les preocupan. Acaba siendo muy tóxico. Al final hay que entender que el hecho de preocuparse en sí no es malo. Lo malo es hacerlo siempre y por cualquier cosa. La vida es contraste, no todo es perfecto ni todo es negativo.

Los seres humanos no vemos la realidad como es, sino como somos. Lo que pensamos es un filtro entre lo que verdaderamente ocurre y lo que nosotros sentimos. Nuestros pensamientos crean nuestra realidad. Y es que el lenguaje es muy poderoso y las palabras y nuestros pensamientos tienen un gran impacto en nuestro bienestar tanto físico como emocional. Y sino “googlead” los experimentos que hizo Masaru Emoto, un autor japonés conocido por sus afirmaciones de que las palabras, oraciones, sonidos y pensamientos dirigidos hacia un volumen de agua influían sobre la forma de los cristales de hielo. Según Emoto, la apariencia estética de los cristales dependería de si las palabras o pensamientos eran positivos o negativos. Como sabéis el cuerpo humano está compuesto por más de un 70% de agua y aunque sus estudios son tachados de pseudocientíficos hacen reflexionar.

Y ya para acabar, tratemos por tanto de cambiar nuestra manera de pensar para poner esa primera piedra que cambie esa realidad que no nos gusta tanto. Y recuerda que más del 90% de las cosas que te preocupan hoy jamás ocurrirán.

¡Qué tengas un buen día! 

 


Chema Cuesta (Linkedin) es director creativo en la filial española de The&Partnership, agencia creativa y estratégica del grupo WPP. Pertenece a la primera generación de profesionales creativos digitales en España, con más de 20 años de experiencia en agencias creativas y de medios. Es un apasionado de las nuevas tecnologías y del branded content. Desde 2017 lidera la comisión de creatividad y formatos en el capítulo español de la BCMA (Asociación de Branded Content), desarrollando la primera guía de contenidos de marca en el mercado: FOCO. Además, su espíritu inquieto y de ir siempre más allá le ha llevado a formarse en e-commerce y negocios. De largo recorrido profesional, en etapas anteriores ha formado parte del área creativa y estratégica de empresas destacadas en la industria como PHD Spain, September, Btob, Draft FCB Spain, Publicis Spain, TBWA Spain o McCann Spain, entre otras.