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Yolocaust: la creatividad al servicio de la conciencia humana

Un artista judío emplea internet y las redes sociales para ridiculizar y denunciar a los turistas que mancillan, según su punto de vista, el monumento a las víctimas del Holocausto de Berlín

 

El fenómeno selfie se ha extendido a nivel global especialmente en los últimos años, con el desarrollo de las redes sociales, que se han convertido en escaparates donde los usuarios pueden construir una imagen idealizada de sí mismos mediante sus aportaciones. Tal ha sido la aceptación del fenómeno por los mortales que muchos hablan de epidemia o de ‘síndrome selfie’.

Hay quienes consideran la tendencia selfie como acto de vanidad que indica narcisismo, o bien, falta de autoestima que se traduce en necesidad de autoafirmación y construcción de la identidad. De hecho muchos expertos en psicología advierten que exponer excesivamente la vida personal también podría hablar de sujetos con baja autoestima, quienes buscan aprobación y aceptación de los demás.

Pero más allá de la consideración médica, hablamos de un fenómeno extendido que más o menos todos realizamos en alguna ocasión y, también en mayor o menor medida, debemos tolerar si abrimos la aplicación de la red social de turno. De ahí que uno, como persona, debería estar inmunizado a determinadas imágenes o expresiones. Cierto es que en la vida moderna se ha vuelto difícil expresar o decir algo sin que moleste a alguien (el mundo actual con internet como epicentro es lo que tiene). Hay una gran cantidad de cosas por las que la gente se siente ofendida, como bien recalca el proyecto ‘I'm Offended’, y que no vamos a enumerar ahora.

Y en este grupo, el de los ofendidos, debemos enmarcar al artista israelí Shahak Aspira. De origen judío y afincado en Alemania desde los 14 años, ha decidido ridiculizar y denunciar públicamente a las personas que visitan el monumento a las víctimas del Holocausto de Berlín ideado por Peter Eisenman y se hacen fotos en actitudes o posiciones que pueden interpretarse como irrespetuosas para la memoria de los 6 millones de personas que fueron exterminadas por el nazismo hace ya más de 70 años. Uno de los hechos que más ha marcado la historia del ser humano en la era moderna.

Lo relevante de su denuncia es precisamente la forma o ejecución que ha elegido para hacerlo: trucar las propias fotos y selfies de los visitantes de sus redes sociales y recrearlas en escenas reales y lúgubres del Holocausto, con ellos como protagonistas. Muestra, de forma creativa pero muy impactante, que lo que parece una inocente foto para muchos puede ser un acto totalmente despreciable y criticable para otros.

Todo el proceso y las fotos finales se ha recogido en el proyecto online Yolocaust (www.yolocaust.de), donde plasma esas imágenes y la explicación de cuál ha sido su motivación para tomar los retratos de turistas millenials (en su mayoría son jóvenes que no superan la treintena) sin su permiso para realizar los fotomontajes. Activado hace apenas una semana, las redes sociales han comenzado a hacer su trabajo y el website se ha convertido en un fenómeno viral, con impacto a nivel global, del que ya se están haciendo eco los medios de comunicación.

No es la primera vez que un monumento erigido en honor a las víctimas del holocausto es tratado irrespetuosamente según algunos (el pasado mes de julio los medios se hacían eco de que la app Pokemon Go permitía cazar Pokemons en pleno campo de concentración de Auswitch, por ejemplo), pero hasta el momento no se había visto una respuesta similar. Ya se sabe que creatividad es un arma poderosa para sacudir conciencias. Estamos acostumbrados a ver campañas de corte social que nos animan a luchar contra la guerra, contra el hambre en el mundo, la tortura, las injusticias y la tiranía o por la defensa del menor o de los animales, por ejemplo, pero nunca antes se había puesto en marcha una campaña como la de Aspira, que busca sensibilizar a las personas para que hagamos una lectura profunda de los monumentos que visitamos. Una forma de poner en valor y respeto los lugares donde nos fotografiamos habitualmente: “Yolocaust (que ya se ha convertido en hashtag en las redes) es el nombre perfecto, un juego de palabras que resulta de fusionar "You Only Live Once" (solo vives una vez) y Holocausto (Holocaust en inglés) –explica el artista, que ha desarrollado su carrera profesional en el plano del humor y la sátira- Hay que hacer un ejercicio de respeto y también de recuerdo. No podemos ningunear la historia con las nuevas modas”. Todos los protagonistas que aparecen en los fotomontajes son anónimos, porque la idea de Aspira es “hacer reflexionar, no ridiculizar a las personas”.

En una entrevista para la revista alemana Jetzt el artista reconoce: “No voy a decir lo que puede o no hacer a la gente. Todo el mundo tiene que decidir por sí mismo, pero voy a hacerles pensar. Las imágenes muestran cómo puede olvidarse el pasado, la memoria. Muchos ven el memorial como un lugar pintoresco de objetos para hacerse  fotos y menos como un lugar para el ejercicio de la memoria cultural”.

Desde luego el debate está abierto. Muchos critican la actitud del artista y su decisión por no respetar que otras personas vean el monumento como algo más trivial, que invita a divertirse (es una construcción formada por grandes bloques de granito oscuro, que recuerdan a monolitos rectangulares colocados simétricamente a lo largo de hileras, como un laberinto), otros le tachan de oportunista por aprovecharse de algo que se vive todos los días en otros monumentos y centros de todo el planeta y sobre los que no se pone el foco. Hay también quien denuncia que solo se trata de una oportunidad para generar repercusión, discurso en las redes y autobombo. Y por supuesto hay voces que ya se han puesto a cuestionar la educación que reciben las nuevas generaciones, la superficialidad del ser humano actual e, incluso, la aportación que tiene enseñar historia a los más jóvenes.