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Cuando una marca consigue a través de un buen posicionamiento hacer ruido

Alexander Padilla Lopez , community manager y social media strategist

Es primavera y a medida que nos acerquemos al verano, los bares y restaurantes invadirán sus terrazas con apetitosas tapas, con todo tipo de refrescos con sabores veraniegos y de sillas de plástico publicitadas mayormente por grandes marcas cerveceras como Damm, Mahou o San Miguel, que harán que tengamos que rodear el bar para poder continuar nuestro trayecto.

Y es que cualquier excusa es buena para publicitarse y dar a conocer una marca. Esto lo sabemos todos. Grandes presupuestos y poca creatividad es lo que prima en estas grandes marcas que juegan a lo seguro: una publicidad a base de un gran número de impactos y presencia en los mass media como son la TV, la prensa, la radio, o internet.

Esta omnipresencia de las grandes marcas, deja en un segundo o tercer plano a todas las pequeñas competidoras que sin contar con el presupuesto de las grandes, se ven en la obligación de realizar unas estrategias totalmente diferentes y optan por dirigirse a su público de una forma menos intrusiva y tal vez, más cercana, personal y apetitosa para la vista.

Este es el caso de Moritz, la cerveza catalana que desde 2004 ha vuelto a competir en el sector cervecero con fuerza. Un sector en el que, en el caso de Cataluña, la todopoderosa Estrella Damm, cuenta con el 80% de toda la cuota de mercado.

Sin duda alguna, Estrella Damm es la reina de las cervezas en el territorio catalán. No me cuesta admitir que yo mismo soy consumidor de esta cerveza cuando salgo a tomar algo y que me gusta. Pero desde hace un tiempo, he cambiado la forma de pedir una “birra” en un bar. He pasado del típico “Me pones una caña” (seguramente me pondrían directamente una Estrella) al “¿Tenéis Moritz? Yo quiero una”.

El por qué de este cambio tiene que ver con la forma en la que Moritz se ha introducido en mi vida diaria. La cercanía, sencillez y buen rollo que me transmite la marca a través de las redes sociales es algo que siempre lo he valorado muy positivamente: actualizaciones de estado divertidas, noticias de exposiciones interesantes, o hasta la posibilidad de poder descubrir nuevas propuestas musicales, me han acercado mucho a la marca. Y es que, al final, no nos engañemos, nos gusta lo cercano. Nos gusta que nos mimen y que sintamos que la marca tiene en cuenta todo aquello que nosotros queremos hacerles llegar y finalmente comprobar que implantan esos cambios que les proponemos. Y en todo esto, Moritz no lo podía haber hecho mejor.

Mientras las grandes marcas invierten una gran parte de sus presupuestos en jugar a lo seguro y patrocinan a un equipo de futbol como podría ser el Barça, o apuestan por patrocinar festivales estupendos como el Primavera Sound de Barcelona, Moritz apuesta por cosas más pequeñitas, más cercanas, más del día a día y personales como pueden ser la inauguración de una exposición de arte de una galería situada en el barrio del Raval o una emisión de cortos o documentales. Y conmigo les ha funcionado. Y seguro que con muchos otros también.

Al frente de todo esto, Albert Castellón, un hombre que defiende la cerveza como “un valor cultural”. Y es este atributo el que a mí me tiene cautivado.

Dicen que se sienten como la cerveza de Barcelona y sobre esa idea trabajan por convertir a Moritz en un referente de vanguardia en una ciudad como Barcelona. Una mezcla de barcelonidad, cultura, gastronomía, historia y modernidad. Un encuentro entre la Barcelona del pasado y la futura. Pero siempre Barcelona. Lo llevan en la sangre. Es el ADN de su marca. Y este posicionamiento que han adquirido es uno de los mayores aciertos que yo recuerdo haber visto, pues para un barcelonés, ser de Barcelona supone un sentimiento, y Moritz quiere integrarse de alguna forma dentro de esa experiencia sensorial.

En los tiempos de crisis que corren, me gusta que las marcas ya sean pequeñas o grandes, apoyen la cultura de un país, de una comunidad o de una ciudad. Me gusta que no todo el dinero de un presupuesto se vaya a patrocinar a grandes equipos o macro eventos. Que no siempre se apueste a caballo ganador y a lo fácil. Me gustan las marcas que arriesgan. Que innovan. Marcas creativas que demuestran que con presupuestos más pequeños, también se pueden hacer cosas muy muy grandes y de mucho éxito.

Las marcas tienen que abrir los ojos, y llevar a cabo la misma estrategia de acercamiento que están realizando a través de las redes sociales, acercándose a sus consumidores. Se ha de dar voz a los proyectos que luchan por una oportunidad, para que no se queden en eso, en simples proyectos. Apoyar las iniciativas de esas personas que consumen o podrían llegar a consumir tu producto. Llegar a los barrios, a las actividades de asociaciones de vecinos, dar voz a músicos desconocidos que buscan su público o hasta poder tener la posibilidad de hacer una ruta en un 600 y tapear como si no hubiese mañana. Disfrutar de cortos de artistas emergentes o de exposiciones que le alegran la vista a cualquier visitante. El vivir este tipo de experiencias que distan mucho de publicitarse en una silla de plástico de cualquier terraza veraniega, es lo que me fascina, y es por lo que Moritz me ha cautivado. Están apostando fuerte por la cultura. Pero no se quedan con decirlo. ACTUAN.