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Haciendo amigos

Daniel Campo, director de El Publicista (Columna nº 232)

Nunca he tenido tantos amigos juntos a los que puedo ver en foto o video, contactar y conversar al instante, invitar a un evento y servirme de enlace para aumentar mi lista con otros. Estoy francamente sorprendido por ser tan apreciado y querido y además no me cuesta nada, salvo el valor que en cualquier momento dé a mi tiempo. Y además cada vez que uno me solicita o confirma su amistad me muero de alegría. Así son los social media, en cuyas redes caemos sin darnos cuenta y sin la sensación de estar atrapados en un entorno que va a servir para que unos cuantos se lucren, otros hagan negocio y muchos disfruten.
Redes, comunidades, blogs y otros canales han triunfado y no dejan de enganchar “amigos”, en lo personal, y “fans” o clientes, en lo profesional. Estas herramientas tecnológicas que han revolucionado las relaciones personales empiezan también a calar hondo en las marcas. Tenían sus reservas a la hora de entrar, pero poco a poco se dan cuenta de que tienen que estar más cerca de sus potenciales consumidores, seguirlos donde quiera que estén y comunicarse con ellos. No vale el estar por el estar, ya no es una moda, hay que ser una marca activa y pendiente de las demandas de los clientes. Con ayuda de los llamados community manager (nueva profesión de futuro) para no caer en manos de desalmados piratas.
Facebook es el máximo exponente, con más de 500 millones de seguidores en todo el mundo, 11 millones de ellos españoles. Youtube hace las delicias audivisuales, Tuenti ha revolucionado a los jóvenes y Twitter tiene unas características que le hace único y que me recuerdan al telégrafo.
Diferentes formas de conectar a las personas pero con un fin común: facilitar las necesarias relaciones de siempre del género humano. Nuevamente internet y las nuevas tecnologías (la geolocalización ya atrae mucho a los anunciantes, sobre todo al sector de la distribución) cambia nuestras vidas y nuestros hábitos, pero debemos pensar que nos debe quedar tiempo para otras cosas, para ver, leer, escuchar y dialogar a través de otros canales y, sobre todo, no dejar de lado la vertiente física. Que también se pueden hacer amigos tomando una caña o bebiendo una Coca-Cola.