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Los principios de diseño para el S.XXI

por Pedro Enríquez de Salamanca y Glez (Furby)

¿Principios de diseño para innovar? Reconozco que el título no es muy sexy pero su relevancia para estos años de pura incertidumbre que vivimos ya os digo van a ser lo más. La necesidad de manejar unos principios de diseño se acentúa en procesos creativos donde queremos dar con un mensaje potente, un nuevo servicio, readaptar un producto, plantear una visión estratégica, apostar por un propósito real de impacto o incluir una cultura de innovación en la organización.

Estos principios de diseño se ajustan a los objetivos y necesidades a solucionar y se asumen en todo el proceso como un controlador-espejo en el que mirarse para saber si se están cumpliendo los requisitos mínimos en el desarrollo previsto. Saber si se está atendiendo al propósito original del proyecto antes de su uso definitivo. Los principios son una suerte de framework.

Innovar es lo que tiene. O construyes un framework más allá de los clásicos marcos de beneficio o el proyecto puede acabar siendo una suerte de Frankenstein sin dirección, sin capacidad de pivotar, sólo cubriendo las mínimas expectativas: tanto en experiencia como en impacto en el negocio.

Y para muestra un botón: quiero innovar con una plataforma de real state de lujo… pues evidentemente habrá que asumir que dicho espacio se diseñe desde principios como la confianza, la seguridad, la relación de servicio… Principios que se aplicarán durante el desarrollo y que se reclamarán desde el cuestionamiento en la toma de decisiones. Acaso ¿La plataforma cumple con los mínimos de seguridad transaccional? ¿Cómo se siente de atendido nuestro cliente? ¿Se genera confianza para una venta de esta dimensión? Y muchos más etcéteras.

Los principios de diseño para nuestro querido S XXI. 

Debemos verlos como una necesidad, una palanca, un turbo, un escudo de seguridad intergaláctica que permita adoptar, alcanzar y mejorar nuestras vidas y el impacto de las mismas en nuestro entorno más cercano y sin olvidar nunca el más lejano. El SXXI nos está dejando con la boca abierta y nos ha empujado a vivir una realidad en proceso de hibridación que todo lo abarca. De ricos a desfavorecidos, este siglo precisa de un contexto de ajuste y asumir unos principios de diseño generales que ayuden a romper con la tendencia distópica y yoista que nos asola y se impone en decisiones de importancia vital.

En este siglo XXI se está creando una nueva cultura que se irradia a la mayoría de las cosas importantes de nuestra vida. Desde la política y la economía, hasta el estilo de vida y las diferentes sensibilidades y relaciones. Una cultura impulsada por lo digital que repercute en todo, incluso en nuestra salud y en la progresiva deshumanización del individuo consciente. Como veis todo parece muy distópico… ¡pero con los principios adecuados no tendría porqué serlo!

No sé si los historiadores denominarán el S.XXI como EL SIGLO DEL CAMBIO. Quizás como el siglo de lo nuevo. O el de la auto_infringida máxima ansiedad por la incertidumbre. Lo que sí parece seguro es que estamos viviendo este escenario por primera vez en la historia. ¡Y tenemos que generar un escenario mínimo para aplicar nuestros principios! 

Tres señales para identificar el tiempo que nos tocó vivir.

El escenario podría definirse en sus mínimos a través de tres señales o claves que nos ofrece esta nueva experiencia llamada siglo XXI.

Primera: Vivimos en un mundo global conectado. Nada que no sepamos ya. Si bien no sólo estamos conectados digitalmente, sino también industrialmente (las empresas optan por la deslocalización a cambio de dependencias logísticas), energéticamente (o la aparición de la nueva geopolítica mundial), económicamente (con mercados en tiempo real), socialmente (con medios que replican los mismo titulares y políticas) y culturalmente (con fenómenos como Netflix o TikTok).

Sí. Vivimos en un mundo híbrido y “enredado”. Por lo que los impactos de la innovación pueden ser globales y esparcirse en tiempo acelerado. El reto de entender y de intermediar la escala se vuelve esencial y muy importante, por ejemplo.

Como vemos precisamos de indicadores que hagan posible un buen impacto adaptado a las personas y a sus circunstancias reales, a culturas y hábitos y distancias y... mucho mucho mucho mucho más por determinar.

 

“De ricos a desfavorecidos, este siglo precisa de un contexto de ajuste y asumir unos principios de diseño generales que ayuden a romper con la tendencia distópica y yoista que nos asola y se impone en decisiones de importancia vital2.

 

Segunda: las tecnologías son de verdad inteligentes. Las nuevas tecnologías están creando una nueva cultura que se irradia a la mayoría de las cosas en nuestra vida, desde la política y la economía, hasta el estilo de vida y las diferentes sensibilidades. Una cultura impulsada por lo digital que repercute en todo, incluso en nuestra salud y en la progresiva deshumanización del individuo.

De hecho vivimos al amparo de un determinismo tecnológico extremo: tenemos a personas tecno-solucionistas, a tecno-utópicos, a “colapsadores", “negacionistas”, nihilistas acelerados o desconectados… y todo en plena era de la comunicación. Pasamos de una sensibilidad human-centric, a la del user-centric, y ahora que el negocio y la innovación son epicentro, lo suyo es que se está imponiendo una visión tecno-céntrica.

Además. Ya existe una herramienta inteligente conviviendo con nosotros. Algo que mira, habla, escucha... pero también aprende, piensa y... ¡toma decisiones!. Es la tecnología inteligente. Esa que ofrece la posibilidad de que las personas puedan ser aumentadas como seres humanos… O tal vez ser sustituidos para muchas de sus labores… incluso de los trabajos más humanos y creativos.

Tercera: Las personas y su nueva mentalidad. Asumir la globalización, la existencia de máquinas inteligentes y haber vivido la gran crisis global que nos acompaña desde 2008 nos ha hecho crear y adoptar una nueva mentalidad que ya está impactando y transformando el mundo y los negocios tal y como los conocemos.

De facto recibimos una media de más de dos mil mensajes al día, entre anuncios, wattsapps, social media, tv, radio, calle... Más de los que recibieron nuestros abuelos durante toda su vida. Es un hecho que impactos tan directos como este están empujando una evolución en nuestra forma de amueblar la cabeza y por defecto un cambio biológico.  Estamos perdiendo habilidades humanas como la atención, la memoria, la curiosidad o la capacidad de adaptación. Estamos obligados a ser capaces de asumir la incertidumbre... a vivir en tiempo real... a tener una mente siempre en modo beta... a posicionarnos frente a la cuenta atrás climática... a ser sostenibles nosotros mismos como seres humanos.  Y encima nos enfrentamos a tanta información y datos que nos volvemos desconfiados. El consumidor se convierte en post_consumidor… huye del materialismo como meta de la felicidad y así de repente aparecen otros valores: desde la austeridad a las economías colaborativas o las nuevas formas de hacer riqueza que dejan ver rayos de esperanza.

Tres principios para diseñar el mundo que nos está tocando vivir

Tras evidenciar a vuela pluma la realidad de este siglo del cambio queda claro que precisamos de nuevos principios de diseño para innovar, crear y crecer en consecuencia. Para enfrentarnos a esta nueva realidad híbrida con claves estratégicas de ayuda en la decisión. Y en este S.XXI los principios de diseño elegidos para que sean el mantra sobre el que apoyarnos para innovar son…………. And the winners are… and the principle goes to…

1,- Colaboración. Tenemos que estar unidos ante al escenario que compartimos. Al menos en algunos puntos que impactan en todos nosotros... De hecho cuando hablamos de colaboración por defecto pensamos en la cultura CO_: la de compartir, colaborar o co-crear y eso está bien porque ayuda a gestionar el problema de escala e impacto empresarial y relacional.

Pero colaborar también significa asumir exigencias como la diversidad y oportunidades como la inclusión. Se trata de apoyar el bien común al margen de nuestras necesidades. Colaborar es entender que tenemos un impacto que afecta a las personas y también a nuestro entorno. Colaborar es la forma humana natural de crecer y ser sostenible. Colaborar es cuidar y ser cuidado.

2.- Transparencia. Cuidado que transparencia no está reñida con la privacidad, de facto una de las pocas armas de auto-defensa es nuestra privacidad. Cuidar nuestra privacidad es un tesoro en la era de las bases de datos cada vez más gigantes y controvertidamente útiles tiene un valor inestimable.

De hecho la falta de privacidad no es transparencia. La transparencia significa la búsqueda de una nueva confianza y un punto de apoyo  clave para hacer posible la colaboración. También parece ser la mejor manera de alejar las sospechas, las verdades tramposas y las validaciones de estadísticas sin contexto, por ejemplo. 

La transparencia es más bien ser honesta, sincera y así no evitar el conflicto por la necesidad de ganar siempre... no son políticas de RSC, ni acceso a las cifras de gasto de un político, ni conocer exactamente los beneficios de la organización... que deberían ser datos por defecto naturales. Se trata de que toda esta información sea real, se quiera compartir sin prejuicios y hacer desaparecer la posibilidad de corromperla.

3.- Redefinición. Yo prefiero asumir el principio como un predicado, en su forma infinitiva, como algo en proceso. Más que redefinición sería REDEFINIR como sinónimo de “entrar en acción sin miedo”. Realmente considero que necesitamos redefinir… Todo este nuevo tiempo de cambios necesita un CAMBIO TOTAL en sí mismo. En sus paradigmas y pilares. Necesitamos un ejercicio de adopción para un nuevo tipo de humanos, sus sociedades y un planeta al límite.

Para lograrlo necesitamos redefinir nuestra relación con muchos elementos trascendentes: el Tiempo, la Presencia, la Confianza... pero también repensar profundamente sobre el ego, el bien común o el significado de lo que entendemos como sostenibilidad.

Redefinir es crear nuevas prioridades y así empezar a planificar para sobrevivir y alcanzar un mundo mejor para todos en Australia o Europa, pero también en un pueblo del centro de África o en un suburbio de una megaciudad brasileña. 

Todo esto y que hay que redefinir sin miedo. Asumiendo que igual tenemos que cambiar nuestra manera de pensar. O intercambiar valores o asumir imperativos categóricos de otras y otros… porque en el propio ejercicio de redefinir ya asumimos la necesidad de atender al pensamiento crítico, a escuchar, a ser honestas y por supuesto a encontrarnos con otras ideas radicalmente diferentes.

En definitiva… Este siglo veintiuno que tanto da que hablar es posible que lo podamos superar, que sobrevivamos a él (incluso como especie), siempre que de verdad nos pongamos firmes y decidamos atender al actual framework global e innovando bajo el prisma de unos principios generales y consecuentes. Para diseñar mejor el mundo y la experiencia que nos está tocando vivir.

 

Imagen de cabecera: Kelly Sikkema (Unsplash)
 

Pedro Enríquez de Salamanca y Glez (Furby), es diseñador estratégico e investigador creativo en Soulsight y Wander. Experto en innovación y transformación digital en nuevos escenarios,  con fuerte foco en la estrategia y la creatividad, a lo largo de su dilatada carrera profesional ha formado parte de agencias y consultoras como Arista, Wildbytes, METICA, Tecnlaia o The Farm, entre otras. Combina su desempeño profesional colaborando con diferentes centros de formación como The Valley, UNA Europa o la Universidad Carlos III.