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¿Tienes currículum de voluntario?

por Maria Trapero

Nos movemos en una sociedad en donde se nos exige que, para recibir llamadas, enviar cartas por e-mail, archivar y cerrar citas tengamos; una titulación, dos idiomas, preferiblemente MBA y por supuesto, disponibilidad total para viajar. ¿Y qué ocurre dentro del mundo del voluntariado? ¿Todo vale; los voluntarios, los dirigentes, las organizaciones? ¿Puede cualquiera ser voluntario?

Partimos de la base de que decir, “me he ido de voluntariado” suena bien, y suma puntos. Por lo tanto ahora, hay un boom de personas que deciden ser parte de esa gente cool y pasar unas semanas de voluntario, y, si es en un lugar exótico, mucho mejor que quedarse en Madrid ayudando a las monjitas de la vuelta de la esquina que se pasan las mañanas haciendo bocadillos y viviendo de la caridad. Eso no tiene mérito ninguno. Es mejor gastarse los mil euros en el avión que te lleva a China y repetir “me he ido de voluntariado”.

Con esta introducción, me da vergüenza decir que me uno a este grupo de “insensatos” y confirmo también, que he pasado mis vacaciones en India, gastando casi mil euros de avión más la aportación oficial del voluntariado para, durante dos semanas, aportar “algo” de valor y aprendizaje, a aquellos que más lo necesitan.

Organicé el viaje con una agencia de España, que a su vez tramita todo con una agencia local y fue aquí donde te surge el primer miedo; que todo el esfuerzo y dinero invertido caiga en saco de patrón. Hoy en día, ¿quién se fía de las organizaciones? ¿Quien lleva el control de la estafa y el engaño? ¿Cómo se mide la rentabilidad de la donación? Aún así, igual que yo, hay muchos que cierran los ojos y confían en la buena fe.

Me fui sola y allí nos juntamos 20 personas de muchas partes de Europa. En la primera reunión nos informaron de cual sería nuestro cometido las próximas semanas y esto fue lo que se nos dijo; por las mañanas, iríamos a pintar una escuela que acababan de construir y por las tardes, iríamos a visitar familias y darles charlas de provecho.
El primer día que fuimos a la escuela y nos explicaron que había que rascar con una lija, pintar paredes, techos, y fachada, más pintar dibujos, el abecedario etc…, me entró la primera reacción de rechazo y malestar. Es aquí donde la soberbia del occidental aparece y dice – ¡Yo valgo más, que para pintar una pared! Ahora lo pienso, y se me pone la cara colorada de haber sido tan ingenua. Se nos llena la boca al decir que somos voluntarios, pero eso sí, bajo unas condiciones y a un nivel de exigencia propios de cada uno. Aún sabiendo que vamos a encontrarnos con situaciones precarias y que vamos a realizar trabajos poco deseados, tenemos la caradura de exigir y decir con malos aires; - eso yo no lo hago, no estoy dispuesto, yo soy voluntario y decido dónde, cómo y cuando.

Volviendo al principio; ¿tienes currículum de voluntario? mejor dicho; ¿yo lo tenía? Pues francamente no y esto justifica que las organizaciones que se dedican a ofrecer proyectos de ayuda y desarrollo, por una lado, establecen más requisitos a la hora de “contratar” personal que es lo correcto, pero por otro lado,  parece que han cambiado la perspectiva y ofrecen un recreo para “entretener” a los que dicen ser voluntarios y hacerles creer que están haciendo algo bueno. Es verdad, que muchas personas buscan precisamente esto pero también quedan otras que no.

Desde el lado de la organización también nos encontramos dos caras, por un lado, nos encontramos con escándalos económicos de fraude y engaño, que provocan la desconfianza y por otro lado, y sin ser valorado todo lo que se debiera, los métodos que están utilizando algunas organizaciones para combatir la pobreza, enfermedades etc.. son a base de imponer sus normas rompiendo así con costumbres, tradiciones, formas de vida e historia, sin medida ni criterio.

Desde mi punto de vista y mi corta experiencia como voluntaria, falta control en cada una de las áreas que conlleva el voluntariado. El sector se está inclinando por ofrecer voluntariados turísticos organizados por cualquier organización. Falta seriedad. Estamos destruyendo tradiciones de miles de años sin ningún fundamento lógico que certifique esas medidas y esas formas de actuar. Cualquier ONG puede hacer y deshacer como quiera y donde quiera. La situación se nos escapa de las manos y no existe una organización que evalúe el daño y coordine qué tipo de ayuda es la que necesita una comunidad de un país determinado.

De todas formas, no podría terminar este relato sin resaltar que, la sensación que te llevas después de haber puesto tu granito de arena y ver cómo los pequeños detalles pueden significar grandes cosas, es increíblemente hermosa. Animo a todos a invertir unos días en proyectos de ayuda y llevarse una experiencia inolvidable.

Maria Trapero
Dpto. Técnico Terra Consultoría de Incentivos