La comunicación clara y culturalmente sensible debe alzarse como base de una sociedad más igualitaria
El lenguaje inclusivo se ha convertido en un eje estratégico para empresas e instituciones que buscan comunicar de forma más justa, accesible y representativa. Más allá de una cuestión lingüística, su adopción refleja un compromiso social que afecta directamente a la percepción de las marcas y a su relación con clientes, empleados y ciudadanía.
Según Arancha Caballero, CEO de Nuadda Translations, presidenta de ANETI y experta en lenguaje claro, “el lenguaje no solo transmite información, también refleja valores. Traducir y comunicar con sensibilidad cultural es una forma de inclusión que permite conectar con las personas desde la empatía y el entendimiento”.
El creciente interés de las compañías por integrar el lenguaje inclusivo responde a un cambio cultural: las audiencias exigen mensajes que tengan en cuenta la diversidad de identidades, géneros, capacidades y orígenes. Esto implica no solo elegir términos adecuados, sino comprender los contextos culturales y revisar los discursos desde una perspectiva más amplia.
Las organizaciones se enfrentan a varios retos: equilibrar precisión y claridad; adaptar mensajes a sensibilidades locales; utilizar terminología inclusiva y coherente; evitar sesgos y estereotipos; aplicar criterios de lenguaje claro; y garantizar la accesibilidad comunicativa en formatos y soportes. En este contexto, Nuadda Translations recuerda que adaptar documentos, webs y materiales a diferentes audiencias no solo es una cuestión ética o de sensibilidad, sino también un requisito legal en determinados sectores.
La tendencia apunta a un escenario en el que la inclusión lingüística y la accesibilidad comunicativa serán estándares de referencia, no diferenciadores. Y las marcas que adopten estos principios desde hoy estarán mejor preparadas para construir relaciones más transparentes, igualitarias y duraderas.

