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El bloqueo político no afecta a la confianza de los consumidores

La preferencia por las marcas blancas en detrimento de las marcas fabricantes fue uno de los elementos más característicos de la crisis y ahora se está revirtiendo

Aunque los consumidores no creen que hayan vueltos los niveles de seguridad económica y bienestar previos a la crisis, los índices de Comportamiento del Consumidor de Millward Brown sí indican que la recuperación es estable. 
A pesar de la incertidumbre política, parece que tanto el país como los propios consumidores tienen una inercia que va por encima de la actividad de las administraciones y de hecho se prevé mejoras de las perspectivas de consumo en la  hostelería, entretenimiento y ocio, lo que parece indicar que la fase de pulsión por controlar los gastos está pasando. Eso si, el 70% sigue considerando que lo inteligente es mantener los niveles de consumo y todavía hay cierto rechazo a contraer compromisos financieros a largo plazo. 

Es significativo también que haya retornado al imaginario colectivo la idea de comprar una vivienda. Después de años en que apenas un 2% declaraba que pensaba comprar una en los próximos seis meses, en septiembre este porcentaje se disparó hasta un 8,4%, y por lo tanto parece que el mercado inmobiliario se irá reactivando en los próximos meses. A pesar de ello, se mantiene la idea de que la salida de la crisis está lejos, y así lo piensa un 58%. Es decir, parece que convive una doble percepción: por un lado la del entorno público, que se deteriora y por otro lado el plano de hogares y personas, donde se incrementa la sensación de seguridad.  

Consumo de marcas

Se puede decir que en tres años se ha pasado del dominio absoluto de la idea de que lo mejor era comprar marcas de la distribución (llegó al 57% en abril de 2013), a que las opiniones se distribuyan en tres tercios algo desiguales. Ahora, un tercio (33%) cree que lo mejor es comprar estas marcas de la distribución. Pero esta opinión está muy polarizada socialmente. Entre quienes pueden situarse en el status alto o medio alto, sólo el 11% las prefieren. En las clases medias-medias y medias bajas, las prefiere el 27%, mientras que en las clases bajas la mitad (51,2%) se inclina por ellas. La preferencia por estas marcas en detrimento de las marcas fabricantes fue uno de los elementos más característicos de la crisis, ahora se está revirtiendo.

Otro indicador de normalización es la actitud que los consumidores consideran más inteligente. Se ha afianzado la idea de que es posible mantener los niveles de consumo (69%), con un fuerte crecimiento en el último año. Sigue siendo minoritaria la idea de que sea posible aumentarlos (7,7%). Quienes creen que lo mejor es reducirlos oscilan alrededor de la cuarta parte de los consumidores, aunque con tendencia negativa. La idea, por tanto, es que los consumidores parecen haber encontrado un punto de equilibrio dejando atrás el ambiente de sobresaltos que salpicó los últimos años. Se han producido retrocesos y pérdidas de ingresos, empleo y poder adquisitivo, que han reducido sensiblemente los niveles de consumo y bienestar de amplias capas sociales, pero esta corriente descendente parece haber llegado a su fin.