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La sociedad postcrisis genera consumidores ahogados

Pese a que la economía española crece al ritmo más alto de los últimos años, la crisis ha transformado profundamente nuestra sociedad.  Así lo detecta Mikroscopia2016, una investigación desarrollada por Myworld que analiza tendencias y hábitos de vida, consumo y compra. 

El estudio Mykroscopia 2016 considera que la sociedad postcrisis en España es dual y en ella convive una sociedad acomodada, confiada y optimista, con otra azotada, desconfiada y emocionalmente dañada que ha dado vida a lo que el instituto de investigación califica de ‘consumidor ahogado’. Para este tipo de consumidor (representa ya el 34%) ahorrar es toda su premisa y se ve obligada a comprar marcas más baratas a raíz de la crisis. Este tipo de consumidor es el que más ha sufrido los efectos de la recesión; de hecho, el 68% de los ‘consumidores ahogados’ afirma haber caído de clase social a consecuencia de la crisis, 24 puntos más que el resto de consumidores. 

Este nuevo perfil de consumidor ahorra en la gran compra: el 56% de ellos compra la marca más barata (23 puntos porcentuales más que el resto de consumidores) y se preocupa por ahorrar en moda, puesto que el 72% compra ropa que no sea cara. A esto hay que añadir que los ‘consumidores ahogados’ no sólo buscan el ahorro en la adquisición de productos, sino también en la contratación de servicios; y llama especialmente la atención que un 35% de consumidores apenas ponga la calefacción por no poder hacer frente a ese gasto (24 puntos porcentuales más que el resto de consumidores).

Una marca para dos España

A pesar de estas dos grandes diferencias sociales, las marcas tienen ante sí el reto de atender las demandas de estas dos Españas. Dos formas diferentes de consumidor y comprar y que, además, se diferencian en la exigencia de los consumidores hacia las empresas. Así, la exigencia es uno de los rasgos más destacados del perfil del ‘consumidor ahogado’ y el 90% de ellos reclama a las empresas que expliquen de forma clara los productos y servicios que ofrecen (11 puntos más que el resto de la muestra). Además, el 82% de ellos considera que las empresas tendrían que invertir parte de sus beneficios en ayuda social (13 puntos más que el otro grupo de consumidores. 

La mayor exigencia hacia las empresas es uno de los rasgos más destacados de este nuevo perfil. Al consumidor ahogado le parece imprescindible que las empresas inviertan parte de sus beneficios en ayuda social y sean transparentes y honestas. Quizá esto tenga que ver con el proceso de cambio que han experimentado los propios consumidores durante este tiempo, y que les ha llevado a autodenominarse como menos materialistas, más solidarios y más empáticos frente al sufrimiento ajeno. Tanto es así que el 29% de la población afirma dar menos importancia a las cosas materiales; el 18% admite que ahora ayuda a los que lo necesitan y otro 36% confiesa que se pone más en la piel de los demás. 
Con nuevos valores post-crisis, parece cada vez más evidente que las marcas tendrán por delante el reto de atender las demandas de estas dos Españas tan distintas y en las que el consumidor ahogado parece ser el perfil dominante.