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Cómo salir del 'modo ocupado' y no morir en el intento

por Chema Cuesta

Seguramente te haya pasado más de una vez, que tras encontrarte a un amigo o un ex compañero de trabajo que hace tiempo que no ves, y te pregunta: “¿cómo vas?”, tu respuesta haya sido algo como esto: “puff, super liado”. 

Vivimos en la necesidad de sentirnos permanentemente ocupados, o al menos parecer que lo estamos, para sentirnos útiles y valorados en la sociedad en la que vivimos. Estar muy liado es igual a “me necesitan”. Y eso que en principio suena positivo acaba volviéndose un arma de doble filo.

Hoy en día, estar ocupado es un estilo de vida deseable y obligatorio. La enfermedad de estar ocupado es la respuesta a un sistema de explotación no sólo de los recursos de la naturaleza sino también de la fuerza del trabajador y la capacidad creativa del ser humano. Desde un punto de vista de salud mental, la enfermedad del “workaholic” impide mantener una conexión entre mente y cuerpo y por lo tanto, dificulta nuestras interacciones sociales. En algunos casos puede incluso sabotear la creación o la experiencia de un sentido de comunidad, que resulta ser una de las necesidades básicas del ser humano para garantizar su supervivencia.

Ante esta situación, podríamos pensar que la tecnología llegaba para facilitarnos la vida, para vivir mejor… pero la realidad es otra. La constante oferta y demanda de la última tecnología móvil y el auge de las aplicaciones de videoconferencias ha permitido extender los horarios del trabajo, que han pasado de durar un promedio de 40 horas a la semana (horas suficientes para provocar un desequilibrio en la existencia) a una especie de tiempo sin límites que se extiende incluso a esos instantes que antes estaban consagrados a la vida personal. Esas horas extra que no se ven reflejadas en una nómina y que, además, se espera que se cumplan con compromiso y sin queja. La tecnología y la explotación laboral, un estilo de vida que acerca a las sociedades a plagas del siglo XXI: ansiedad, depresión, incapacidad de vinculación afectiva, pobreza extrema... Hemos pasado a estar “always on”, siempre alerta para responder a un email, para mirar un whatsapp del trabajo… hay tantas ventanas que nos abre la tecnología que terminan rompiendo las barreras del tiempo personal y el horario laboral.

 

“Desde un punto de vista de salud mental, la enfermedad del “workaholic” impide mantener una conexión entre mente y cuerpo y por lo tanto, dificulta nuestras interacciones sociales”.

 

El filósofo coreano Byung-Chul Han reflexiona sobre el cambio de paradigma de una sociedad disciplinaria a una sociedad de rendimiento. Según parece, al inconsciente social le es inherente el afán de maximizar la producción. A partir de cierto punto de productividad, la técnica disciplinaria, es decir, el esquema negativo de la prohibición, alcanza de pronto su límite. 

Pero en este contexto, ¿qué podemos hacer para no vivir siempre bajo el yugo de la agenda? Aquí te dejo unas recomendaciones de expertos profesionales.

Tómate descansos de 10 a 15 minutos: tómate 10 ó 15 minutos para ti mismo, ya sea para meditar, caminar estirarte, escuchar música... Permitirte más tiempo para "ti mismo" puede ayudarte a sentirte más conectado y entusiasmado con el trabajo, así como con menos estrés.

Sé disciplinado a la hora de descansar: para mantener la alta energía, la productividad, la participación y la felicidad en el trabajo, es importante priorizar el equilibrio y los tiempos de descanso. Cuidar de nosotros mismos y priorizar el sueño, la hidratación, la nutrición y el ejercicio son partes importantes para poder ser felices en el trabajo.

No estés disponible las 24 horas del día: a menos que sea una emergencia o algún tipo de circunstancia única, los empleados nunca deben (o sentirse obligados) estar disponibles las 24 horas del día. Las organizaciones no lo necesitan y, francamente, no deberían implementar un entorno que fomente un equipo que esté "siempre activo". Lo que sí necesitan es una plantilla feliz.

No cambiar nada nuestros hábitos ni nuestra mentalidad nos puede pasar factura, y además terminaremos por no ser tan productivos como pensamos.

David Meyer de la Universidad de Michigan publicó un estudio que mostraba que realizar 2 tareas a la vez aumenta el tiempo que se toma para terminar ambas en un 25%. "La multitarea lo volverá lento y aumentará las posibilidades de cometer errores -dijo Meyer- Las perturbaciones e interrupciones son un mal negocio desde el punto de vista de nuestra capacidad para procesar la información".

Hace unos años, Microsoft decidió estudiar este fenómeno en sus trabajadores y descubrió que a estos les llevaba un promedio de 15 minutos para volver a sus proyectos importantes (como redactar informes o codificar) cada vez que se veían interrumpidos por mensajes de correo electrónico, llamadas telefónicas, etc. Lo curioso es que no dedicaron esos 15 minutos a los mensajes o llamadas, sino que se distraían con otras actividades como navegar por la web por entretenimiento. Más allá de las interrupciones, el hecho de siempre estar ocupado reduce la productividad porque hay un cuello de botella en el cerebro que nos impide concentrarnos en 2 cosas a la vez. Al intentar hacer dos cosas al mismo tiempo, el cerebro no tiene la capacidad de llevar a cabo ambas tareas con éxito. 

Estamos tan ‘enamorados’ con la multitarea que pensamos que estamos logrando hacer más cosas, a pesar de que nuestros cerebros no son físicamente capaces de hacerlo. Independientemente de lo que podríamos pensar, somos más productivos cuando manejamos nuestros horarios lo suficientemente bien como para asegurarnos que podamos centrarnos de manera efectiva en la tarea en cuestión.

Investigadores de la Universidad de Sussex compararon la cantidad de tiempo que las personas pasan en varios dispositivos (como escribir mensajes de texto mientras ven la televisión) con las imágenes por resonancia magnética de sus cerebros. Ellos encontraron que los grandes ‘multifuncionales’ tenían menor densidad cerebral. Es como si el estar ocupado todo el tiempo (a través de la multitarea) entrena el cerebro para ser irracional e improductivo.

Por otro lado, unos investigadores de la Universidad de Chicago encontraron que la creencia de que estar siempre ocupado es una señal de éxito y trabajo duro, es tan frecuente que en realidad le tememos a la inactividad. Un estudio reciente en esa Universidad acuñó el término "aversión a la ociosidad" para describir cómo las personas se sienten atraídas a estar ocupadas independientemente de cómo esto perjudica a su productividad.

Los investigadores también encontraron que utilizamos el “ajetreo laboral” para escondernos de nuestra pereza y miedo al fracaso. Quemamos tiempo valioso haciendo cosas que no son necesarias o importantes porque este ajetreo nos hace sentir productivos; por ejemplo, responder a correos electrónicos que no son urgentes cuando sabe que tiene un gran proyecto que terminar.

Es difícil, pero hay que reconocer cuando uno está utilizando actividades triviales para protegerse de la pereza o el miedo. En resumen, nos sentimos atraídos por naturaleza a estar ocupados a pesar de que esto dificulta nuestra productividad. Como resultado, reducimos la velocidad para hacer mejor las cosas.

Quizá ahora que llega el verano sea el momento perfecto para desconectar y replantear cómo queremos volver al trabajo. Y así cuando la próxima vez nos pregunten qué tal vamos, podamos responder sin miedo: “Estoy tranquilo”.

 


Chema Cuesta (Linkedin) es director creativo en la filial española de The&Partnership, agencia creativa y estratégica del grupo WPP. Pertenece a la primera generación de profesionales creativos digitales en España, con más de 20 años de experiencia en agencias creativas y de medios. Es un apasionado de las nuevas tecnologías y del branded content. Desde 2017 lidera la comisión de creatividad y formatos en el capítulo español de la BCMA (Asociación de Branded Content), desarrollando la primera guía de contenidos de marca en el mercado: FOCO. Además, su espíritu inquieto y de ir siempre más allá le ha llevado a formarse en e-commerce y negocios. De largo recorrido profesional, en etapas anteriores ha formado parte del área creativa y estratégica de empresas destacadas en la industria como PHD Spain, September, Btob, Draft FCB Spain, Publicis Spain, TBWA Spain o McCann Spain, entre otras.