Advertisement

Sònia Valiente (escritora, publicista): “Los enredos de una agencia dan para una novela entera”

Acaba de escribir su primera novela, después de escribir media docena de libros profesionales. En “Veintitrés fotografías”, cuenta las peripecias de una ejecutiva de cuentas que encuentra una cámara de fotografías que muestran la boda de una pareja. La protagonista es un poco como la autora “una persona dinámica, observadora, culta y curiosa, …Que trabajara en una agencia, que fuera canallita y que tuviera horarios flexibles para investigar por su cuenta “. Avalada por la crítica, de Rosa Montero y Máximo Huertas, la novela está siendo un gran éxito.

En nuestra sección REFERENTES, que trata de poner en valor a la mujer desde el punto de vista profesional, desvela diversas cuestiones planteadas a nivel personal y profesional. La entrevista fue publicada en versión reducida en el número 485 de la edición impresa. La multifacética Sònia Valiente confiesa que “en el sector empresarial hay mucho machismo todavía”, que “hay pocos motores tan poderosos en la vida como la curiosidad”, que “ninguna sociedad en su sano juicio desperdiciaría a sabiendas el talento de la mitad de su población” y que las mujeres poseen “un liderazgo más empático, humanista y conciliador”.

Personal:

¿Cómo te autodefinirías?

Mmm. Pues como una persona muy curiosa y súper tenaz. Mis amigos dicen que es muy cansado ser yo.

¿Por dónde te gustaría perderte? Tengo una deuda pendiente con Macchu Picchu, Perú. Cualquier destino en el que pueda aprender algo que me conecte con quienes fuimos, quienes nos han permitido llegar hasta aquí.

¿Cuáles son sus referentes femeninos y masculinos en el sector?

Me vas a permitir que te dos referentes femeninos, en esta ocasión, en un sector tan masculinizado. En el sector de la comunicación corporativa me parece digno de admiración lo que ha conseguido Núria Vilanova, presidenta de Atrevia. Y por su trayectoria y la iniciativa de empoderamiento femenino, Gloria Lomana, presidenta de 50&50 GL, me parece chulísima su iniciativa #chicasimparables.

¿En quién te inspiras?

En mi hermana Manuela. La primera enfermera en ser supervisora general del Hospital Clínico de Valencia y madre de cuatro hijos.

¿Cuál es tu cita o frase de cabecera?

El carácter es el destino del hombre.

¿Cuáles son tus aficiones culturales y deportivas? Leer y pasear. Hago  más lo primero que lo segundo pero he logrado reconciliarme conmigo misma y hago cinta en casa todos los días antes de ir a trabajar. Camino rápido, no corro.

Si pudieras cambiar de profesión, ¿qué te gustaría ser?

Estoy en ello: escritora profesional.

Profesional

¿Coméntanos tu trayectoria profesional y las dificultades que tuviste como mujer? ¿Se han cumplido tus sueños?

Pues siempre tuve la sensación de que no se me tomaba muy en serio por ser chica, fíjate. Hasta casi los 30 años, era una persona rellenita. Pero cuando llegué a la tele autonómica adelgacé más por presión social que por exigencias del guion. Y entonces ya, para qué más, rubia, mona y televisiva. En el sector empresarial hay mucho machismo todavía. Creo que los hombres, no piden perdón por ser quienes son y negocian muchísimo mejor su salario. Creo que a las mujeres más jóvenes no les ocurre pero mi generación ha tenido que luchar con un brazo a la espalda porque nuestros padres nos educaron libres, nos dieron una educación, nos hicieron creer que podíamos conseguir cualquier cosa pero después ibas a las empresas y te dabas cuenta de que no era así. Que ellos ascendían antes y que cobraban más. Los sesgos están ahí y los tenemos todos. Por eso son tan peligrosos porque son inconscientes. Estuve en una empresa en la que la mayoría éramos mujeres y contratábamos a mujeres, blancas, heterosexuales con un background superparecido al nuestro.Y dijimos: “oye, un momento. Vamos a hacérnoslo mirar”. Porque a todos nos gusta tener paz social y trabajar a gusto pero una cosa es eso y otra la homogeneidad.

Y todo el mundo habla de diversidad pero la diversidad cultural, social, de edad, etc., es tan rica como compleja de gestionar.

Eres periodista, escritora, publicista, comunicadora, docente, conferenciante… ¡vamos, mujer orquesta! De las diferentes actividades, ¿cuál es la que más te apasiona? ¿la que te da de comer? ¿la que te ocupa más tiempo? ¿la que te lleva de cabeza? ¿de dónde sacas tiempo libre?

De todas las que cosas que hago la que más me apasiona es escribir ficción porque es algo que hago únicamente para mí. Todo lo demás, súper loable, lo hago con ilusión y compromiso -porque no sé hacer las cosas de otro modo-son trabajo. Y me he dado cuenta que me he pasado la vida escribiendo para otros: en medios, en comunicación corporativa… Y he empezado tarde a creerme que soy capaz de escribir novela, que es lo que siempre he querido desde pequeña. La que más tiempo me quita (además de mi trabajo como dircom de AVAESEN) es ahora mismo la promo del libro. Está siendo chulísimo pero muy intenso al compaginarlo con una vida ya de por sí dinámica y plena.

Acabas de publicar “Veintitrés fotografías”, tu debut como novelista, tras escribir media docena de libros, columnista en medios y tener tu propio blog, “Animal social”, ¿cómo surgió la idea?  ¿cuál es el argumento? ¿cómo ha ido la experiencia? Tienes la recomendación de Rosa Montero y de Máximo Huerta, ¿qué supone este aval para ti?

Sí, en diciembre de 2016 es cuando leo la noticia pero no comienzo en serio a escribirla hasta finales de julio del 2021. Fue a raíz de un curso de Escuela Cursiva con Rosa Montero. Un curso de Penguin que me enseñó muchas cosas, pero, sobre todo a sentirme capaz. Pero volviendo al origen del libro, lo que me llamó la atención es que aquella noticia, la de un fotógrafo que compra una cámara Balda Baldrix por internet, y en su interior halla una boda de los años 60 es muy universal, es pensar qué clase de vida tendría aquel señor. Pocos motores hay tan poderosos en la vida como la curiosidad. Y en cuanto a las frases de Rosa y de Máximo, pues un agradecimiento profundísimo. No solo por prestarse a escribirla sino porque se han leído el libro de una escritora novel, por su feedback y su cariño.

Esta novela cuenta la historia de una ejecutiva de cuentas de publicidad, un mundo que conoces por tu paso por algunas agencias.  ¿Por qué elegiste este personaje como protagonista? ¿qué es para ti este libro y que hay de ti en él?

Me gustaba que la protagonista fuera una persona dinámica, observadora, culta y curiosa, que tuviera que viajar mucho y estar relacionada de un modo directo con el universo cultural de la ciudad de un modo relajado y creíble. Que trabajara en una agencia, que fuera canallita y que tuviera horarios flexibles para investigar por su cuenta me permitió una buena base sobre la cual ficcionar. Los enredos de una agencia dan para una novela entera, ¿o no? (Risas) ¿Que qué hay de mí en Sol Bonet? Pues tengo la misma curiosidad de Sol hacia la vida, la misma sensibilidad que Ama hacia el arte y unas amigas increíbles como las que aguantan a Sol Bonet. Una mujer buena y solar, pero un desastre en muchos aspectos de su vida. Sol me está dando muchas alegrías porque es un personaje que creo que está muy bien perfilado. Tiene muchas cargas de profundidad a pesar de su aparente frivolidad. Es insegura, pero fuerte. Toma sus propias decisiones y la mayoría de las veces se equivoca. A veces son decisiones terribles, como acabar en la cama con hombres que no le convienen, pero es un personaje real, creíble y libre. Y eso la hace muy humana, muy de verdad.

En general, el camino profesional ha sido difícil para muchas mujeres. ¿Cuándo se romperá el techo de cristal de la mujer en el sector publicitario?

Se romperá cuando haya mujeres en todos los ámbitos relevantes de la esfera pública, no solo en el sector publicitario. Cuando haya más mujeres en la judicatura, en las fuerzas de seguridad del Estado, al frente de medios de comunicación, en más empresas cotizadas, en investigación, en sanidad, en STEM, en una misión tripulada al espacio, en la presidencia del Gobierno. Se trata de un viaje colectivo. De empatía y sentido común, pero también de productividad del país.

Necesitamos acabar con el techo de cristal aunque solo sea por egoísmo, ninguna sociedad en su sano juicio desperdiciaría a sabiendas el talento de la mitad de su población.

¿Qué opinas del tratamiento que se da a la imagen de la mujer en publicidad?

 Ay, amigo. Eso sí que tiene un libro en sí mismo. Durante mucho tiempo, demasiado, han sido los señores los que han dominado la industria cultural. Simplemente ha sido así. Con lo cual, ha sido vuestra visión del mundo la que ha permeado la sociedad. Vuestro modo de entender las relaciones, el sexo, el trabajo, la competitividad… Y eso ha ido calando a muchas generaciones a través no solo la publicidad, sino también la música, el cine, las series. Trata de ver pelis de los años 90 y flipas, de verdad. Las mujeres como secres, esposas… Incluso las espías jugaban un papel de copiloto. Tampoco soy partidaria de un revisionismo salvaje, como algunas corrientes que apuestan por el revisionismo de obras como Roal Dalh. Eso es un sinsentido porque todas las personas somos fruto de nuestro tiempo. Poco a poco, en la publicidad eso está cambiando y vemos a señores que ponen lavadoras o señoras que conducen o niñas que encestan canastas. Y eso está bien. Todo ayuda. Pero necesitamos un cambio de mentalidad más profundo que en ciertas generaciones será difícil de revertir porque a mí me educaron para ser MoneyPenny y yo no quiero ser la secre de James Bond, yo quiero ser James Bond.

¿Qué valores diferenciales aportan las mujeres?

Es  complicado generalizar porque también he tenido jefas terribles pero sí es cierto que nuestra mirada es lo más positivo. Un liderazgo más empático, humanista y conciliador.

¿Qué consejos profesionales les darías a las y los jóvenes que se adentran en el sector publicitario? 

Que piensen en grande siempre. Que el no ya lo tienen. Que no tengan miedo. Que nunca pasa nada porque ningún cliente es más importante que tu familia. Que nunca es tarde. Que perseveren. Que hay muchos trenes. Quizá no sean AVEs pero serán cercanías, que quizá no te lleven lejos, pero te acercarán cada vez más a donde tú quieres. Yo misma acabé mi primera novela con 46, encontré a mi agente con 47 y Penguin Random House me ha publicado con 48 años.

Dada tu experiencia como comunicadora, ¿qué opinas del exceso de información al que están expuestos los ciudadanos por las redes sociales y en general por el entorno digital?

Las redes sociales nos están anestesiando. Nos roban el tiempo, la atención y también la opinión. Porque para poder tener una opinión formada sobre las cosas, el primer paso es la información. Y los jóvenes ya no leen. Y menos aún contrastan. Con lo cual se está generando un caldo de cultivo idóneo y muy peligroso para tener una población muy manipulable. Eso puede explicar el auge imparable de la derecha en Europa.  Me preocupa especialmente que, a pesar de que asistimos al momento de la Historia en que la población tiene más acceso a la información estemos más desinformados que nunca. Con este ambiente irrespirable, con tanta polarización. Pienso que la ciudanía, sobre todo, después de la pandemia está harta de malas noticias. Y simplemente ha desistido de escuchar información. Ha dimitido de su deber moral como ciudadanos que es comprender el contexto para poder emitir un voto con sentido.

Estamos inmersos en una situación convulsa (pandemia, guerra, inflación, …) que trastoca la economía y por ende la actividad publicitaria. ¿Qué opinas al respecto?  ¿Qué lecciones debemos aprender?

Sin parecer muy mística, creo que nos ha hecho repensar qué es lo verdaderamente importante. Hay una corriente de contactar con lo real, lo profundo, lo cercano. Ser más sostenibles en todos los sentidos. Los millennials y centennials lo llevan de serie. Vivir más y trabajar menos. Ser más conscientes. En la otra cara de la moneda, hay un aspecto que como periodista me pregunto. Es lo que se conoce como La Ventana de Overton (una teoría según la cual en cada momento social, solo hay espacio mediático para abordar ciertos temas).

Y en este sentido, de lo que nadie está hablando es de las consecuencias económicas de este mindset en unos años. Es decir, qué clase de vejez tendrán los nómadas digitales.

¿Qué deben hacer las marcas para contribuir a que tengamos un mundo mejor?

Como explica José Carlos León en El Buen Capitalista, las marcas han de ser parte del cambio. El capitalismo no puede avanzar si no es de la mano de las empresas que, bien por presiones regulatorias, sociales, del mercado o altruistas, hayan iniciado ya su camino hacia la sostenibilidad. Y comunicarlo con mensajes trascendentes que calen en el largo plazo entre el público objetivo pensando en la construcción de marca y no la gratificación instantánea de una campañita táctica en social ads. Pero, claro, eso necesita tiempo estrategia y presupuestos decentes para garantizar la dignidad del sector.